jueves, 1 de noviembre de 2012

Capítulo 2

Capítulo 2

En el parque, Erik y Lena están sentados en uno de los varios asientos de madera que hay esparcidos por todo el lugar.
Puedo oír como Dani se pone tensa y respira hondo, preparándose para lo peor.
Las despedidas nunca son fáciles, y menos si te despides de la gente a la que quieres.
Lena nos ve y se levanta del banco como en un sueño.
Dani y yo nos paramos delante de ellos y Lena, con el labio inferior tembloroso, a punto de echarse a llorar, se lanza encima nuestra.
No me gusta ver a la gente llorar, me contagian y  lo odio. Pero decido abandonarme por esta vez, por ellos.
Los ojos me escuecen, llenándose de lágrimas nerviosas.
Daniela rodea a Lena con los brazos. Mi hermana ni siquiera llora, tan solo fija la vista en algún punto del parque.
Erik está de pie, lo observo de reojo. Está un poco pálido, tiene los ojos irritados y los dedos crispados por apretar los puños con fuerza.

-¿No podéis pedirle otra oportunidad al director? O buscar otro instituto cerca de aquí. Pero, por favor, no os vayáis...-suplica Lena, llorando como una magdalena.
-No puedo.-empieza Dani.-Sam puede, pero yo no. Es definitivo.
-¡Pero quiero que os quedéis las dos...! ¿Qué voy a hacer sin vosotras?
-Volveremos... pronto.-digo, apretando los labios, intentando ahogar las lágrimas.-Vendremos aquí en vacaciones...
-¿De qué vale eso?-interviene, por primera vez, Erik.-No os vamos a ver en vuestro cumpleaños. Está a mitad de curso, en Mayo. No estaréis aquí para los dieciséis. Nos tendremos que conformar con felicitaros y llenaros de regalos meses después. A mí no me vale eso. Eso que decís no es nada comparado con vivir una vida con vosotras.

Daniela me mira.

-Sam, quédate...-me pide. Y cuando estoy a punto de contestar, Erik vuelve a interrumpir.
-No le pidas eso.. No quiero que una de vosotras desaparezca. Es evidente que Sam irá a donde tú vayas, y no quiero perderos a las dos.
-Perdí el control, los nervios, lo perdí todo.-murmura Daniela.-Quería acabar con ella. De hecho, si no me hubieras sacado de ahí, no habría parado. Y ahora esto.
-Pero, si le digo a tus padres...-intenta Erik.
-Déjalo estar. No les vas a hacer cambiar de opinión. Me lo tengo merecido. Además, ya está pagado el primer mes de curso. Tú solo... despidete.
-Es que...-musita, abatido.-... yo te quiero, Dann.

Daniela se queda de piedra, aunque ya se esperase aquella declaración.
La mirada de Erik no se desvía de Daniela, mientras que lo primero que hace mi hermana es mirarme a mí.
Espero con impaciencia una respuesta, una reacción, un gesto, algo.
Ella abre la boca para decir algo importante, pero solo le sale un tembloroso:

-Yo...
-Lo siento.-se disculpa automáticamente Erik, escondiendo la cara entre las manos, avergonzado y muerto de miedo.

Le doy un codazo a mi hermana, haciéndola reaccionar.
Daniela me mira ausente, y luego da unos pasos para acercarse a donde está Erik.
Él consigue mirarla a los ojos, y estoy más nerviosa yo por ellos que ellos mismos.
Dani no sabe aún qué decir, y Erik se apresura a abrazarla.
Nunca se habían dado muestras de aprecio, sólo en una ocasión o dos, nada más.
Parece que esto es una especie de paso para los dos, y Daniela está expresando más con un abrazo como ese que con una o dos palabras que podría haber soltado.
Se separan al poco rato, Daniela respira profundamente y dice:

-Volveremos en Navidad, ¿a que sí?-me pregunta.
-Claro.-contesto yo, torciendo una media sonrisa.
-Y nos tendréis aquí todo el verano, con vosotros.-promete.

Erik me mira, y también tuerce una media sonrisa confidencial.

-Dani, tenemos que irnos.-digo, sintiéndome terriblemente mal al romper la sonrisa de todo el mundo.
-¿Ya?-dicen los tres a la vez.
-Te dije que era tarde. Mamá quiere que estemos en casa a las nueve, y son menos diez.-recuerdo.
-Oh.-susurra mi hermana.
-¿A qué hora os vais?-pregunta Lena, mientras Daniela vuelve a mi lado.
-No sé, pero a las seis estamos en pie.-responde fastidiada Dani.
-¿Me puedo quedar a dormir en vuestra casa?-pregunta Lena.
-Te tendrías que ir muy temprano...-advierto.
-No me importa.
-¿Y yo puedo quedarme en el patio?-irrumpe entonces Erik, haciendo que nos riamos levemente los cuatro a la vez.
-Lo tuyo lo veo un poco más complicado.-observo yo, riéndome aún.
-Cómo no, vuestro padre me odia.-pone los ojos en blanco.
-Mi padre no te odia.-dice Dani, entrecerrando los ojos.-Es sólo que es un sobreprotector de mucho cuidado. Le caes bien.
-Pero sigo sin poder quedarme en vuestra casa a dormir.-recuerda, con una sonrisa.

La despedida no es exactamente como yo me la había imaginado.
Bueno, en parte. Quizás me había emocionado pensando que Daniela le diría algo a Erik, ya que él lo ha confesado.
Pero hemos llegado a casa, y Erik, antes de irse, dice:

-Mañana estoy aquí a las 6 y media, más me vale dormir ya.-nos sonríe, se despide con la mano y retrocede sobre sus pasos para volver a su casa.

Me doy cuenta de que Daniela está a punto de echar a correr tras él, pero se lo piensa mejor y acaba entrando en casa.
Mi hermana es la primera en dormirse, mientras Lena y yo hablamos de lo mucho que nos echaremos de menos en estos meses antes de las vacaciones de Navidad.
Creo que la única que no pegó ojo en toda la noche fui yo.

-x-

-Samantha, despierta.-mi madre me zarandea suavemente.

Yo me quejo porque me ha despertado y porque me ha llamado Samantha, aún sabiendo que lo odio.

-Venga, son las seis, y a las ocho como máximo debéis entrar al...-iba a decir internado, pero se lo piensa mejor.-... instituto.
-Pero es Domingo...-refunfuño.
-Hemos quedado a esa hora con el director.

Resoplo, y cuando termino de aclararme la vista veo a Daniela vistiéndose.
Miro a mi derecha, y veo a Lena, que sigue durmiendo.
Hago una mueca fastidiada por tener que despertarla, por tener que despedirnos otra vez.

-Lenn...-la llamo, apartándole el pelo de la cara.

Ella abre los ojos poco a poco y se incorpora al momento, frotándose los ojos.

-¿Ya son las seis?-dice, bostezando después.
-Ahá.-contesto, levantándome de la cama y desvistiéndome.

Media hora después estamos sentadas en el salón con las maletas a nuestros pies mientras Lena espera a Erik en la puerta.
Miro a Dann y me decido a apoyar la cabeza en su hombro, cosa que ella parece agradecer.
Erik aparece en el salón, acompañado de Lena.
Yo me levanto, pero Daniela se queda sentada en el sofá aún, sin fuerzas.

-Bueno, enana microbiana...-me dice, sonriéndome de medio lado y acercándose a mí, dejándome espacio entre sus brazos.
-No me llames así-exijo, y me abraza luego.
-Cuida de Dani. Lo harás, ¿verdad?-yo asiento rápidamente.-Sabes que tú eres mi favorita.
-Por favor, eres un pelota.
-¡Es la verdad!-alzo las cejas.-Yo te quiero mucho.
-Sí, pero a ella más.-digo, haciéndome la enfurruñada.
-Idiota, no me hagas sentir mal.

Yo me río de él, y lo vuelvo a abrazar.
Lena viene hacia mí y me sigue abrazando, lloriqueando, mientras yo observo a Daniela y a Erik.
No puedo oír lo que dicen, pero logro ver como Erik se inclina y le da un beso en los labios a mi hermana.
Daniela no parece reaccionar y el beso no ha durado más de dos segundos, pero Erik se separa y se levanta del sofá.

-Sam.-oigo la voz de mi padre en el hall.-Vamos, o llegaremos tarde.

Lena me abraza con más fuerza que antes y a mi me entran unas ganas inmensas de echarme a llorar.
Me suelto de ella y cojo la maleta del suelo.
Casi corriendo salgo de casa y espero a que mi padre abra el coche.
El frío mañanero de Hamburgo consigue despejarme un poco este líquido que se me amontona en los ojos.
Dani sale de casa a paso lento acercándose a mí con papá pisándole los talones.
Él abre el maletero y yo meto las maletas loca por entrar al coche y no tener que ver las caras de Erik y Lena, que me harían llorar de angustia.
Ellos se quedan en la puerta de casa mirándonos.
Cuando Dani entra en el coche cierra la puerta y me mira.

-Aún estás a tiempo de quedarte.-me recuerda.
-Cállate.

Daniela me sonríe de medio lado y se vuelve para mirar a Lena y Erik por la ventanilla del coche por última vez hasta dentro de un tiempo.
Papá arranca el coche y yo siento que desfallezco por un momento.
Me deslizo en el asiento relajando todos los músculos extrañamente y cerrando los ojos, deseando que el viaje de aquí al internado el más largo de todos.

Continuará.

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