sábado, 24 de noviembre de 2012

Capítulo 24

Narra Bill

-¡¡Mira, mira...!! -empiezo a escuchar los varios chismorreos que se acumulan a mi alrededor.-¿Pero qué hace? ¿Por qué va al baño femenino?

Intento pasar desapercibido,  pero se ve que eso no es posible para mí; de lo contrario toda mi vida escolar habría sido bastante diferente.
Procuro no mirar a nadie a los ojos, pues sé que están deseando insultarme y hacerme quedar en ridículo delante de todo el mundo. No les pienso dar ese gusto.
Resoplo levemente mientras “aparco” el carrito de la limpieza delante de la puerta del baño femenino.
Con la intención de acabar con esta humillación lo antes posible, hago el amago de abrir la puerta. Pero está visto que no sé pasar desapercibido. O no me lo permiten.

-¿A dónde vas, Kaulitz?-pregunta una primera voz.
-¿Es que ya te has dado cuenta de que no eres un tío? ¿Por fin te has dignado a mirar “ahí abajo”? (se refiere al sexo)

Cierro las manos en puños rabiosos y deseo desaparecer. O que desaparezcan ellos, en todo caso.

-Deberías saber que esto es un castigo... tú eres el experto en limpiar baños.-espeto, a maldad.

Trace, el chico que disfruta acosándome, me mira con asco. No pienso dejar que me pisotee más. No voy a darle el gusto.

-Apuesto a que los motivos de mis castigos son diferentes a los tuyos. ¿Le has metido mano a Tom o algo?


Agarro el manillar del carrito de limpieza y lo aprieto contra mis dedos. ODIO que me hablen de esa manera. Y mucho más que metan a mi hermano.

-No menciones a Tom.-farfullo. Es una advertencia, aunque él aún no lo sabe.
-Qué mono, cómo defiende a su novio...
-Trace, ¿es que les has dicho por qué estás tú aquí? -su cara cambia totalmente. Mi gozo en un pozo.
-Cierra la boca, marica de mierda.
-Deberías decirle eso a tu padre, a ver si te suelta una paliza como la que te dio para que asuntos sociales te internara aquí.

Murmullos de sorpresa. Todos miran a Trace. Por primera vez en mi vida no me miran a mí y casi me emociono.

-Eres un hijo de puta.-me suelta, antes de venir hacia mí con la intención de darme una buena hostia.

Pero, para mi sorpresa, voy con gusto a recibirle. No es que antes me diera miedo, sino que me daba pena. Muy poca gente sabía que Trace era maltratado. Y en realidad me siento mal por haber dicho lo que he dicho, porque a nadie le importa. Pero estoy harto de que pague conmigo tener una familia de mierda.
Debo reconocer que no tengo mucha trayectoria en eso de pelearme. Ni siquiera he dado nunca un puñetazo en serio. Sólo a Tom, pero no cuenta. Siempre nos acabamos pidiendo perdón cuando nos peleamos, pero esta situación es distinta. No me arrepentiré de pegarle. ¿O sí?
Fue un error girar la cabeza para observar a Chris gritando que me dejara en paz, porque eso le dio ventaja a mi agresor, que aprovecha para darme un puñetazo en la mandíbula.
Al no esperármelo pierdo el equilibrio y tengo que apoyarme en la pared para no caer al suelo.
Trace me agarra del cuello de la camiseta y me empotra contra la pared, amenazante.
Le clavo mis ojos como dos puñales, queriendo transmitirle todo mi asco.

-Das pena.-escupo. Seguidamente le doy un empujón considerable.

Tengo una rabia inmensa dentro de mí. Me tiembla todo el cuerpo por la adrenalina, y cuando Trace viene hacia mí de nuevo, estoy listo.
Pero no tengo la oportunidad. Chris se mete en medio de la pelea y le da un empujón a Trace, alejándolo de mí.
Me froto la mandíbula con el puño de la camiseta y me quejo interiormente.
No soy consciente de que Trace y Chris se están dando una buena paliza hasta que oigo los vitoreos y hasta que veo que Sam se mete en medio para separarlos.

-¡¡¡Sam!!!-le grito, pero es demasiado tarde.

Un puñetazo de Trace le alcanza en plena cara. Se oye algún que otro grito de chica asustada por el golpe de Sam.
Mi amiga cae al suelo. Por suerte no ha sido demasiado fuerte, pues está consciente, pero está sangrando por la nariz. Tendrá suerte si no se la ha roto...
Voy corriendo a por ella y la levanto del suelo, pues está un poco aturdida y no tiene fuerzas.
Ya no hay nadie vitoreando la pelea entre Chris y Trace. Todos están gritando, incluso hay chicos que se han metido en medio para separarlos de una vez.
Procuro ocuparme de Sam un poco. Le doy unas palmadas suaves en las mejillas para que no pierda la consciencia. La llamo por su nombre varias veces. Por lo menos me mira.
Está respirando dificultosamente, parece que le va a dar un ataque de ansiedad.
Un río de sangre baña sus fosas nasales, llegándole ya por la barbilla. Reprimo un gemido de angustia. Odio la sangre.
Me pongo de rodillas en el suelo y la sostengo entre mis brazos. Le limpio la sangre con el puño de mi camiseta como puedo, pero no para.
La angustia me está absorbiendo, parece que va a desmayarse por el fuerte puñetazo.
Le aparto el pelo de la cara, que está pegajoso por la sangre.

-¡Sam! -grita Cristal.

Y me siento aliviado. Mi otra amiga viene corriendo hacia nosotros y se arrodilla a mi lado, cogiendo la cara de Sam entre sus manos.
Quiero llorar. El agobio me está consumiendo y me está haciendo perder el norte.

-Bill, ¿qué coño ha pasado? -me grita mi hermano, que ha venido con Cristal.

No puedo dejar de observar a Sam, medio inconsciente. Y otra vez por mi culpa.
Oigo los gritos de Georg y Gustav, intentando apartar a Chris de Trace.

-Apártate, Bill. -ruge Tom.

Me arrebata a Sam de las manos y la coge en volandas para salir disparado con Cristal hacia enfermería.
La sangre de Sam me ha teñido un poco las manos y respiro hondo para no vomitar.
Los profesores de guardia por fin hacen acto de presencia y ponen orden entre la muchedumbre.
El círculo que envolvía a los dos enfrentados se disuelve poco a poco, dando paso a los profesores.
Por fin puedo ver a Chris. Tiene el pelo revuelto, la cara y el cuello rojo (seguramente por un apretón que otro de Trace alrededor de él) y respira muy rápido. Las manos las aprieta en puños tan fuertemente que los nudillos se le vuelven blancos.
Los profesores empiezan a pedirle explicaciones a Chris. Él sólo puede contestar gritando:

-¡¡Pero si ha sido Trace quien tenía a Bill arrinconado en la pared para pegarle!! ¡¡Yo sólo he ido a defenderle!!
-¿Y la paliza que le has dado?-recrimina la de Historia. La cara de Chris se vuelve de un rojo fosforescente.
-Le ha pegado un puñetazo a mi novia.

Los profesores se dirigen una mirada significativa. La de Historia vuelve a mirar a Chris, impasible.

-Preséntese luego en el despacho del director. Vaya a comprobar si su amiga está bien.

Antes de salir corriendo hacia la enfermería, viene a por mí y me levanta del suelo con ayuda de su mano.
Las rodillas me flaquean. Estoy temblando como una hoja por la rabia y la culpabilidad.
Mi amigo pone sus manos sobre mis hombros y me mira directamente a los ojos.

-¿Estás bien?-asiento mecánicamente.
-Sam está en la enfermería.-musito, mirando la sangre de mis manos.
-Lo sé. ¿Estás bien?-repite.
-Lo siento...
-¿Que lo sientes? ¿Por qué? Tú no le has pegado a Sam, ha sido ese hijo de puta.
-Ha sido por mi causa. Ni tú ni ella deberíais haber salido mal parados.
-Bill, deja de decir estupideces. Estoy seguro de que tú habrías hecho lo mismo por mí. Ese cabrón se lo merecía.

Yo no contesto. Se me forma un nudo inmenso en la garganta. Pero no voy a llorar. No delante de toda esta gente que me observa.

-Ven luego a la enfermería. Seguro que Sam se alegra de verte.
Yo asiento lentamente. Tras eso, Chris sale disparado en dirección a la enfermería.
Respiro hondo para calmarme un poco. La profesora de Matemáticas, aquella que me ha condenado a las burlas de mis compañeros por un tiempo indefinido, se acerca a mí.

-No se preocupe, Kaulitz. Christhian Williams nos ha contado lo sucedido. Trace Wood recibirá un duro castigo, si no se procede a la expulsión. Continúe con sus tareas.

Yo asiento con fiereza. ¿En serio después de lo que has visto vas a seguir obligándome a hacer esto?
Me dirijo de nuevo al baño de chicas y ahora, sin nadie a mi alrededor, entro dejando el carrito.
Cojo el cartel de "FUERA DE SERVICIO" y lo pego en la puerta para que las chicas no entren.
Cierro la puerta y todo se queda en silencio. Respirando hondo una vez más me dirijo hacia los lavabos para poder mirarme al espejo.
No sé cómo lo consigo. No sé qué hago para ser siempre el responsable de todo lo que ocurre. Y las dos veces Sam ha salido mal parada.
Quizás todo sería diferente si no existiera. Ojalá pudiera desaparecer. Seguramente sólo Tom me echaría de menos... Todo sería más fácil para todo el mundo. Nadie se preocuparía por mí cada vez que me acosan, nadie se reiría de mí a mi costa, nadie me insultaría, me pegaría, me haría sentir como algo asqueroso que debe ser eliminado. Nadie sufriría.
Soy demasiado cobarde para acabar con todo esto. Echaría de menos a mi hermano, a mi familia, a mis amigos... seguramente haría más daño estando muerto que vivo.
Me miro a los ojos a través del espejo. Mi reflejo se solidariza conmigo, llorando por mi causa.
Mamá nos mandó a mí y a Tom a este centro para alejarnos de los alumnos de nuestro antiguo instituto. Habíamos pensado en continuar las clases en casa con un profesor particular, pero mamá no quería que nos perdiéramos nuestra adolescencia. Qué buena idea, mamá... aquí estamos igual o peor. Por lo menos yo.
Todavía no me ha llegado ninguna información de que alguien haya estado haciéndole bullying a Tom. La cabeza de turco siempre seré yo.
Me esfuerzo para que las críticas no me afecten, pero me siento solo, abandonado y despreciado. Y por ser simplemente yo.
Estoy cansado de todo esto.
Hago una mueca con fuerza para tragarme los llantos y los gritos que podría soltar en este momento. Los guardo todos en un rincón de mi estómago que algún día explotará, aunque confío en que no lo haga.
Respiro hondo una, dos, tres y cuatro veces sin dejar de mirar a los ojos a mi reflejo en el espejo.
Y me prometo a mí mismo que aguantaré. Que no me pisotearán, que no podrán conmigo. Le juro que no voy a rendirme aunque lo esté deseando, que no lloraré delante de nadie porque eso es lo que quieren de mí. Quieren mi sufrimiento para eclipsar el de ellos.
Me prometo que sonreiré, que me reiré incluso. Que sólo soltaré lágrimas cuando llore de risa. Cambiaré la rabia por la alegría, la culpabilidad por tranquilidad.
Sobre todo me prometo que no dejaré de ser yo, que no cambiaré. Y mi reflejo se lo cree, pero yo no estoy tan seguro.
Decido dejar la mente en blanco ocupándome de mi castigo. Abandono a mi reflejo y me acerco al carrito de limpieza.
Busco el líquido de olor a limón para desinfectar los lavabos. Cuando lo encuentro me acerco a los lavabos y les cierro el desagüe con los tapones. Echo el líquido en cada uno de ellos y luego abro los grifos para que se forme una espuma un poco espesa.
Tras eso tomo el bote de limpiador y me ocupo de los espejos.
Luego me pongo los guantes de látex y empiezo a frotar  un primer lavabo, repitiendo el proceso así nueve veces más.
Inmejorable Bill. Sabes cómo aprovechar una tarde. ¿Y tú quieres ser cantante? Creo que te pegaría más lo de señora de la limpieza.
Llevo un rato oyendo ruidos, pero creía que provenían del pasillo.
Me doy la vuelta hacia los WCs individuales. Todo el espacio es de color rosa.
Dirijo mi mirada a la parte inferior de cada WC. Y, para mi sorpresa, en uno de ellos puedo ver unas piernas de chica. Está sentada en el suelo.

-¿Hola? -llamo, un poco atónito.

No recibo respuesta. La chica se revuelve un poco en el suelo, por lo que no está herida ni nada que me pueda estar imaginando.
Suspiro y me quito los guantes con parsimonia. Los dejo sobre el lavabo que queda justo delante de ese WC y me apoyo en él.

-Oye, estoy limpiando. Esto está cerrado, no puedes estar aquí. -informo, un poco incómodo.

Nadie me responde. Vuelvo a suspirar, cansado.
Me acerco al baño en cuestión y golpeo la puerta con los nudillos.

-¿Hola? -repito.
-Déjame en paz. -farfulla una voz rota tras la puerta.
-No puedo. Es que no puedes estar aquí, a no ser que quieras limpiar. En ese caso te recibo con los brazos abiertos.

Vuelve a no contestarme.
En seguida me doy cuenta de que la chica empieza a llorar. Me alarmo un poco y apoyo una mano en la puerta.

-¿Te encuentras bien? -pregunto, aún sabiendo que no me va a contestar.- Me llamo Bill. Supongo que sabes quién es el mártir del internado...

Silencio. Respiro hondo, tratando de establecer un poco de comunicación por su parte. Tiene que largarse de aquí, tengo que limpiar e irme cuanto antes.

-¿Cómo te llamas?
-No te importa.-espeta.
-Si no me importara no te lo preguntaría.
-¿Puedes dejarme sola?
-¿No me escuchas cuando te hablo?-digo, intentando soltarlo con suavidad.-Tengo que limpiar y no puedo si no me dejas entrar.

Me ignora. Me está poniendo de los nervios. No estoy dispuesto a aguantar a una niñata del internado que estará llorando porque uno de sus muchos novios la ha dejado porque ha encontrado a una que usa una talla de sujetador mayor que la de ella.
Me pongo de espaldas y me apoyo en la puerta del baño, intentando suavizar mi tono.

-Oye, he tenido un día movidito como para que ahora tú me lo pongas más difícil.
-No eres el único que tiene un día de mierda. Yo también tengo derecho a estar aquí.
-Si quieres ayudarme a limpiar, sí. Si no, tendrás que esperar a que termine. Además, seguro que lo que te ha pasado no es para tanto.
-¿Y tú qué sabes? No sabes nada.
-¿Es que quieres contármelo?
-No. No te conozco.
-Podrías empezar por decirme tu nombre.
-No quiero. No te importa cómo me llame.
-¿Ah, no? ¿Por eso te he preguntado dos veces cómo te llamas?
-Es que no quiero decírtelo. Sé quién eres tú y no me interesa estar con un marginado social.

Auch.
Asiento con la cabeza, tratando de asimilar que esta tía me ha dicho lo que me acaba de decir.

-Y lo dice la que está aquí sola, sentada en el suelo sucio de unos baños públicos llorando a moco tendido. Así que no vayas por el insulto fácil, porque no somos tan diferentes.
-Somos muy diferentes.
-¿Ah, sí? ¿En qué, si se puede saber?

No me contesta. He ganado.
Sonrío, satisfecho.

-¿Señorita Sin Nombre? ¿Sigue usted ahí? -me burlo.
-¿Puedes dejarme en paz de una puta vez? -casi me grita, de muy malas maneras.
-¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres que te deje sola para que te regodees en tu soledad y en las tonterías que te hacen llorar? Porque lo haré.

Vuelve a no contestarme.
Aprieto las manos en puños cansados. Me cruzo de brazos, aún apoyado en la pared. Cierro los ojos y escucho sus llantos.

-Quizás tienes razón y somos diferentes.-reflexiono.-Acabo de tener una pelea ahí fuera. Me han pegado un puñetazo por vestir como quiero y porque me han castigado limpiando todos los baños públicos, incluso el de chicas. Pero han venido a defenderme. Me gustaría que estuvieses en mi piel para ver cuánta gente iría en tu ayuda.
-Déjame en paz...-musita.
-Si a todo aquel que va a ofrecerte ayuda le vas a decir que te deje en paz, dudo mucho que alguna vez vayas a otro sitio que no sea este baño.
-Me da lo mismo lo que tú pienses.
-¿Ah, sí? ¿Y por eso estás llorando otra vez?
-Lárgate, joder.-me grita.
-Me encantaría poder largarme. Pero tengo que limpiar. En algún momento tendrás que salir de ahí, veré tu cara y sabré quién eres. Lo único que estás haciendo es perder el tiempo si esperas ocultar tu identidad.

Silencio.

-Muy bien. Cuando quieras. Yo sigo a lo mío.-informo.

Me despego de la puerta del baño y me acerco a los lavabos, recuperando los guantes y un estropajo.
Esta vez me dirijo a uno de los WCs, pero antes de que pueda entrar, una puerta se abre.
Me paro en seco y retrocedo unos pasos para poder ver quién estaba obstaculizando mi trabajo.
Tengo que hacer un gran esfuerzo para que el estropajo no se me caiga de las manos.
Ese pelo rojo ondulado cayéndole por la espalda. Esa piel pálida, suave y preciosa. Esas manos perfectas agarrándose con fuerza a uno de los lavabos, como si se fuera a caer de un momento a otro.
Esas piernas al descubierto tan bien esculpidas y suaves. Y no me puedo creer que le haya dicho todo lo que le he dicho a esa criatura. De haber sabido que era ella no podría haber articulado palabra. No habría sido capaz de acercarme a ella siquiera.
Ella lleva sus manos debajo del grifo del lavabo, las llena de agua y, tras eso, las lleva a su rostro, enjuagándose la cara lentamente.
Tras unos segundos de tensión contenida, se da la vuelta y se apoya en el lavabo como minutos antes había hecho yo.
La respiración parece cortárseme cuando la miro a los ojos. Esos ojos claros, enrojecidos e hinchados de tanto llorar. Esa nariz pequeñita y recta, esos labios contraídos en una mueca.
No puedo dejar de mirarla. Me ha atrapado.

-Me llamo Daniela.


Continuará.





















5 comentarios:

  1. heme aqui! hahaha xD! ahh esta genial el capi! sigue subiendo! plis! y ahora se haran amigos? novios? ahh me quedare con la duda por mientrs! :S! sube pronto! & cuidate!

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  2. aaaawwww que tierno Bill *-* xD se verian lindo los dos, ojala daniela dejara su orgullo de lado ¬¬ que se cree engreida xD perdon por no comentar antes salgo esta semana de clases y los examenes estan a full, me fui del tema, ameeee el capitulo *-* sube el proximo si?? me gusta leers tu fic ^^

    adioshin
    Atte Alex
    E.A

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  3. ¡Por Dios! me encanto el capitulo, espero que Daniela pueda cambiar su actitud... y por otra parte, me sentí identificada con la parte del bullying, siento que son solo unos idiotas que molestan a otros para no afrontar sus propios problemas... bueno, me encanta la historia, super genial e interesante, sube pronto el próximo ¿vale? Cuídate.

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  4. Da Faq? Es en serio? Bill enamorado de daniela? Madree
    Why? ._.
    Y ese encuentro dios, a veces digo porque coños no lei desde el cap 19 e.e y me llego a enterar de esto ñeeeeeeee
    sube prontin :3

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  5. Ay, qué recuerdos! Me acuerdo de este capítulo :') Me encanta!

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