martes, 20 de noviembre de 2012

Capítulo 23

-Sam... no podemos quedarnos aquí toda la mañana. Tenemos clase... -me recuerda Cristal, agarrándome la mano.

A pesar de que ha pronunciado mi nombre, no me doy cuenta de que me estaba dirigiendo la palabra hasta que mi cerebro interpreta la frase.
Levanto la cabeza hasta encontrarme con ella, que me mira fijamente con ojos preocupados.

-¿Qué...? -logro preguntar, incapaz de recordar lo que me acaba de decir.
-Que vamos a llegar tarde a Biología y sabes que el profesor no nos pasa ni una.-musita.
-Ah... ya...

Susurro como toda respuesta.
Muevo con la cuchara mis cereales con leche. Bueno, supongo que en su anterior vida serían cereales. Ahora es una masa plastosa y húmeda. Y no he probado ni bocado.
Histérica, aparto el bol de mí.
Soy incapaz de sentir hambre. Tengo tanto malestar y tanta culpabilidad machacándome el estómago que no puedo comer.
Apoyo la cabeza en mi mano derecha y con la izquierda me aparto el pelo que me cae sobre la cara.
Mi suspiro y el de Cristal se unen, formando uno solo.

-Estoy harta de esta situación, Sam.-confiesa ella.
-Yo también...
-¿Y por qué no haces algo?
-¿Qué quieres que haga?
-Que lo arregles, por ejemplo. Hablad de una vez.
-No puedo hacer eso.

Digo, mientras me levanto de la silla, dando por finalizada la conversación.
Qué inocente soy.
Cristal se levanta y echa a andar tras de mí. Me agarra el brazo y me para en mitad del pasillo.

-Sam, basta. Por favor. No podéis estar así toda la vida.
-No soy yo la que falta a clase para no verle.-espeto, con los ojos llenos de lágrimas.

Cristal me observa y tuerce una mueca.
Me coge de la mano y me arrastra hacia las escaleras, para luego sentarnos en ellas.
Mientras ella piensa lo que va a decirme, yo me ocupo de tranquilizarme y de secarme las lágrimas.

-¿Qué tiene de malo arreglar esto?-pregunta.
-No tiene nada de malo.
-¿Entonces qué pasa?
-Cristal, me odia. No quiere ni verme.
-Eso tú no lo sabes.
-¿Ah, no? ¿Y por eso me huye?
-¿Es que tú no le huyes? -contraataca.

Y lo peor es que tiene razón.
Ni siquiera hablo con Bill o Tom por miedo a que esté con ellos. Ni siquiera voy a buscar a Cristal por si ella está con él.
No tengo lo que hay que tener para contestarle y le aparto la mirada. Cierro los ojos y respiro hondo. No quiero llorar más.
Cristal pone su mano sobre mi hombro, intentando reconfortarme.

-Sam... dime la verdad. Dime por qué no quieres hablar con él. Y ni se te ocurra mentirme, porque sé cuando lo haces. Me dolería mucho que me mintieras a la cara.
-Es que no puedo. No puedo. No puedo mirarle a la cara y fingir que no ha pasado nada.
-¿Fingir? Dudo mucho que podáis fingir nada. Él sabe lo que ha pasado y tú también.  Así que ya está bien de tanta tontería, porque os estáis haciendo daño los dos y no puedo permitirlo.
-Lo he fastidiado todo.
-Vale, Sam. Todos sabemos lo que has hecho, pero estoy segura de que no lo hiciste porque quisiste. No quiero que me cuentes tus motivos, porque sé que me mentirías y me enfadaría mucho. Y no quiero hacerlo.
-¿Y pretendes que me presente en su habitación y le pida perdón? Me va a ignorar, me va a echar y me va a mandar a la mierda. Y no puedo enfrentarme a eso.
-¿Tú le quieres?-plaf, bofetada.
-¿Qué?
-Me has oído.-alza las cejas.-Y créeme, sé la respuesta. Pero quiero que me contestes.

Y, aunque me tomo un momento para tratar de calmarme y poder contestar sin que me tiemble la voz, le rehúyo la mirada a mi amiga.

-Sí.
-¿Y a qué esperas? Vamos. Estará en su habitación.
-¿¡Qué!? ¿¡Estás loca!? ¿Cómo voy a ir ahora? ¡Ni siquiera he pensado qué le voy a decir!-grito, al borde del pánico.
-Eso no hay que pensarlo.-tira de mi mano y me arrastra por el pasillo a su merced.

Me revuelvo inútilmente, pues su agarre es demasiado fuerte y me hace incluso daño.
Mi estómago comienza a hacer acto de presencia revolviéndoseme y provocándome un dolor agudo que ya he sentido varias veces durante lo que llevo de vida.
Por la cabeza se me pasan varias palabras, frases y tonterías que podría decirle a Chris, pero ninguna me parece suficiente.
Me está estresando esta situación. No soporto que me hagan hacer algo que no quiero hacer. Y con eso no quiero decir que no quiero hablar con Chris, ni mucho menos. Simplemente no quiero hacerlo ahora. No en este momento. Y sin haber pensado y reflexionado sobre lo que tengo que decirle.

-¡Cristal, suéltame! -le grito, dando un tirón con el que por fin logro desasirme de su agarre.

Cristal se da la vuelta y me mira con ojos extraños. Incluso enfadados.
Me froto la muñeca con mi otra mano y le aparto la mirada.

-No quiero hacerlo ahora...-musito con un hilo de voz.
-¿Y cuándo piensas hacerlo?
-No lo sé.-confieso.

Cristal resopla fuertemente y se aparta el pelo de la cara con sus dos manos. Me mira con ojos furiosos.

-Sam, vale ya. Quizás a tí no te importe lo que le pase a Chris, pero a mí sí. Es mi jodido hermano y está sufriendo por tí, ¿vale? -me espeta, en voz alta.-No come, no duerme y no habla. Así que deja de darme largas de una puta vez y ve a arreglar lo que has destrozado. Ya no eres una niña pequeña, así que deja de comportarte como si lo fueras.

No le contesto. No tengo excusa ni nada para poder hacer que se trague sus palabras. Simplemente tiene razón.

-Y si no lo haces por mí ni por tí misma, hazlo por él. No puede seguir así. Sam, tengo mucho miedo por él y por lo que pueda hacer. No ha tenido una vida fácil, ni yo tampoco. Y su mierda de sensibilidad y sus putos problemas cardíacos lo van a llevar al extremo, así que por favor. Por favor... habla con él. Chris necesita hablar contigo y solucionar esto.-me explica, con los ojos llenos de lágrimas. Algunas de ellas ya se han desbordado y recorren sus mejillas lentamente.- Por favor, Sam. No puedo dormir por las noches, no sabiendo que él está sufriendo y haciéndose daño. Por favor. No podemos más. Ni Bill, ni Tom, ni Jeydon, ni Georg, ni Gustav, ni yo... ni Chris tampoco.

Sus ojos anegados en lágrimas afectan a los míos y enseguida me uno a su pequeño llanto.
Quiero decirle que lo siento, pero no me parece suficiente. No sólo le estoy haciendo daño a Chris, sino que también a mis amigos. Y no me puedo sentir más miserable.
Cristal se acerca a mí y me tiende la mano. Yo la acepto rápidamente, accediendo a hacer esto ahora mismo.
Andamos por los pasillos del edificio de chicos en silencio por si hay algún profesor pululando por los alrededores, ya que las chicas tienen prohibido ir al edificio de chicos y viceversa.
El pasillo en el que se encuentra la habitación de Chris está desierto. No se oye ni una mosca, pues deben de estar todos en clase. Todos menos él.
Cristal se dirige hacia la puerta de su habitación y me hace una seña para que me acerque. Tras eso pega dos veces en la puerta con los nudillos y luego vuelve a hacerse el silencio.
Pasa un minuto aproximadamente y Chris no abre la puerta. Cristal respira hondo y llama de nuevo.

-Chris, soy yo...-explica. Pero no abre la puerta y me empiezo a preocupar.

Cristal me dirige una mirada reconfortante.

-Tranquila, lo hace muy a menudo. No quiere abrir la puerta.

Cristal agarra el pomo de la puerta y lo gira, abriéndola.
El interior de la habitación está consumido por una oscuridad espeluznante; todas las persianas están bajadas y no se escucha absolutamente nada.

-¿Aún estás así? -regaña Cristal, entrando deliberadamente y subiendo las persianas.

Entonces le veo. Tumbado en la cama, con las sábanas hasta arriba. Ni siquiera se mueve.
Cristal lo observa unos instantes y se sienta a su lado en la cama. Le acaricia el pelo con la mano y le intenta despertar.

-Chris, vamos...-le pide.-Despierta. Tienes visita.

Nada. Se mueve un poco sobre la cama, pero no abre la boca.
Cristal me mira brevemente y tuerce una mueca que pretendía ser una sonrisa. Yo aún no me atrevo a entrar a la habitación.

-Christhian, es Sam.

Silencio sepulcral. Trago saliva sonoramente y respiro hondo.
Tras unos largos segundos, Chris se levanta de la cama, sobresaltándome. Incluso Cristal tiene los ojos como platos, sin poder creérselo.
Y, aunque por un momento aquello me hace sentir bien, todo se disipa cuando viene en mi dirección. Con pantalones de pijama, una camiseta básica blanca de manga corta, descalzo y con el pelo un poco alborotado.
Viene rápidamente hacia mí y me cierra la puerta en la cara de golpe, asustándome y destrozándome.
Retrocedo unos pasos y me llevo una mano a la boca, reprimiendo un primer sollozo.

-¡Chris...!-grita Cristal en el interior de la habitación.-¿¡Por qué has hecho eso!?

Y me quedo en mitad del pasillo durante unos largos minutos, lamentándome y sintiéndome fatal. Aunque me lo merezco.
Entonces decido que no quiero seguir aquí, igual que él no quiere que esté.
Me seco con el puño del jersey las muchas lágrimas que he llorado en silencio durante este pequeño intervalo de tiempo y, decidida, me doy la vuelta, emprendiendo el camino hacia mi habitación.
Es irremediable que me pare cuando oigo abrirse la puerta de su habitación. Me doy la vuelta lentamente, muerta de miedo.
Es Cristal la que sale de su habitación y viene en mi busca. Me agarra de la mano y me sonríe un poco.

-Tranquila. Ten mucho tacto al hablar con él. No se encuentra muy bien.-me avisa.

Luego me abandona en la puerta de la habitación de su hermano.
Apoyo una mano en el marco de la puerta y respiro hondo, sintiendo que podría vomitar ahora mismo.
Con la otra mano agarro el pomo de la puerta abierta y echo un vistazo al interior.
Chris está sentado en el borde de la cama, con los codos apoyados en sus rodillas y con la cara entre sus manos. Respira con normalidad, lo que me indica que no llora. Y se lo agradezco en el alma.
Con un atisbo de valor, me introduzco en la habitación y cierro la puerta tras de mí.
Me quedo un rato de pie en la entrada de su habitación, sin saber qué hacer. Intentando romper el hielo, decido comenzar con un:

-Hola...

Tal y como esperaba, no recibo respuesta. Se revuelve un poco el pelo con la mano derecha y su rostro queda al descubierto, aunque sólo puedo ver su perfil.
No parece enfadado ni mucho menos, pero sí ausente. Dudo mucho que me preste atención alguna, pero debo intentarlo.
Suelto mi mochila en el suelo y retuerzo mis manos nerviosamente, sin saber por dónde empezar.
Decido acercarme a él despacio, como si fuera una criatura a la que podría asustar con mi mera presencia.

-Yo...-carraspeo.-... venía a hablar contigo.

No hay respuesta. No se mueve, no hace nada.
Espero que almenos me esté escuchando.

-Y... a decirte que lo siento...

En su cara se esboza una sonrisa que no me gusta. Es una sonrisa de suficiencia, cruel incluso. Y reprimo la tentación de cerrar los ojos para resistir mejor el daño que me van a hacer sus palabras.

-Tú no sientes una mierda.-me espeta, con voz ronca y con el tono más desagradable que puede utilizar.

Y me quedo muda.
Realmente no esperaba que me odiase. Lo había pensado durante esta semana, pues no quería ni verme, pero en el fondo esperaba equivocarme.
Durante mi silencio, él decide desahogarse.

-¿Te sientes mejor por decir eso? ¿Por mentirme? Que en eso eres experta...-suelta, sin disminuir un ápice de odio en la voz.
-No he venido a que me hagas daño.-respondo, apretando los puños.
-¿Que yo te hago daño? Perdóname. No sabía que tienes sentimientos.
-Mira... me voy. No he venido a esto ni mucho menos. Venía a hablar tranquilamente como personas civilizadas, no a que descargues toda tu mierda sobre mí. Ya me siento bastante mal como para que tú ahora me vengas con estas.
-¿Mi mierda? -por primera vez me mira a los ojos, pero desearía que no lo hubiera hecho.- Tú no sabes nada de mí. Nada. ¿Y tú te sientes mal? ¿Tú?
-Me largo.-espeto, cogiendo mi mochila del suelo y haciendo el amago de salir por la puerta.
-Sí, lárgate. Abandóname otra vez. Huye cuando las cosas se ponen serias.
-LO SIENTO, Chris. LO SIENTO, ¿VALE? -le grito, incapaz de aguantar un minuto más las lágrimas.
-Eso no es suficiente.

-Pues lo siento si no es suficiente. No sé qué hacer. Estoy harta de ser la mala por haber cometido un puñetero error. No pretendía hacerte daño y mucho menos hacer que no salgas de tu habitación para nada.
-Sam, es que no fue un error. Fue una putada grandiosa. Si no querías estar conmigo habría bastado con que lo dijeras, podríamos haber seguido siendo amigos si ya no sentías nada. Pero decidiste hacerlo por las malas aunque eso conllevara que yo sufriera, y no puedo hacer como si no hubiera pasado nada.
-Lo siento, joder.-sollozo como una cría, incapaz de soportar mi propio daño.-No sabía qué hacer...
-Podrías haber sido sincera conmigo y haberme dicho que no querías seguir conmigo, por ejemplo.
-Es que eso no es cierto.
-¿Cómo que no es cierto, Sam? Si me dijiste que no sabías si me querías.
-Sí lo sabía.
-¿Qué sabías?
-Que te quería.

Chris me mira como si estuviera loca, aunque tengo miedo de volverme loca realmente.
Él se frota la cara con las manos, intentando volver a la realidad y pensar con claridad.

-No entiendo nada, Sam...-confiesa, en voz baja.-¿Por qué hiciste aquello entonces?
-No lo sé. Porque lo nuestro empezó tan rápido que me sentí insegura...-digo, sin poder evitar recordar a Elliot.-Y tenía miedo de que te estuvieras riendo de mí o algo parecido. Y al final me lo creí tanto que... no lo sé... y lo siento...
-Me alegro de que estés siendo sincera conmigo, pero me estás haciendo daño. ¿Cómo puedes pensar que saldría contigo sólo para reírme de tí? Eso que piensas es muy cruel y yo no soy así. Sé que cometí errores contigo, pero te expliqué por qué lo hice y creí que me entendiste. Y... ahora no sé qué hacer.
-¿No sabes qué hacer... con qué?
-Con lo nuestro. Ahora tengo miedo de que vuelvas a sentirte insegura y yo vuelva a pagar el pato, porque no me lo merezco, Sam...
-Sé que no te lo mereces. Dime almenos que me perdonas.
-No hay nada que perdonar.
-Yo siento que sí.
-Yo no. Y punto.

Me mira y sonríe. Y siento la necesidad de echarme a llorar sobre él. No puedo aguantarlo.
Chris se asusta y viene hacia mí, que aún estoy de pie en la entrada.

-Oye, oye... -susurra, envolviéndome en un abrazo que llena el vacío de mi estómago.-... no llores, no hay por qué llorar... ya no.
-Soy una mierda, Chris...-sollozo, desmoronándome con cada lágrima.
-¿Qué dices? No eres una mierda.
-Sí que lo soy. Has estado más de una semana encerrado sin comer, dormir ni hablar por mi culpa. No sé cómo puedes perdonarme.
-Eso es cosa mía. No tienes por qué sentirte culpable.
-¿No ha sido por mi culpa? ¿No he tenido yo parte de culpa de lo que has pasado?-se toma un momento para contestar.
-... Sí.-suspira.-Pero ya da igual, Sam. Déjalo ya.

Me abraza con más fuerza por cada sollozo que se me escapa. Me agarro a él como si me lo fueran a arrebatar de un momento a otro y me descompongo sobre él.

-Ya vale, venga...-musita, besándome la frente.-No pasa nada, Sam. Ya está todo olvidado. Confío en tí y sé que no volverá a pasar.
-Así me haces sentir aún más culpable por lo que te he hecho.
-Me da igual lo que hayas hecho. Te he echado demasiado de menos como para pasarme la vida pensando si debo volver a confiar en tí cuando ya sé que sí.
-¿Qué te ha pasado, Chris? Quiero decir... ¿qué pensabas? ¿qué hacías?

Chris se envara en el abrazo y yo me arrepiento de haberle preguntado.

-No hacía nada. Sólo tenía miedo, eso es todo...
-...¿de mí?
-No exactamente. Tenía miedo de no poder superarlo.-susurra.-Sam, es que no sé cómo explicarte la forma en la que me proteges y me cuidas. No tengo palabras para decirte lo que provocas en mí. Ni yo mismo lo entiendo. Contigo nada va mal, todo es perfecto. Y cuando estoy solo vuelvo a hundirme en mi mierda. Llevo toda mi vida asustado por mis putos sentidos y no me han dejado vivir tranquilo. Y de repente llegas tú y le das la vuelta al mundo que conocía. Es eso lo que me ha afectado tanto. He conocido la felicidad y la tranquilidad y en dos minutos me lo arrebataste. He llegado a odiarte.

Un escalofrío me recorre la espina dorsal, y dos lágrimas se escurren por mis mejillas.

-También tenía miedo de mi taquicardia.-confiesa.-He pasado unas noches horribles, y Jeydon también... Hubo un momento en el que pensé que me iba a dar un ataque. Y todo porque estaba sumido en la misma mierda de siempre, Sam. No podía superarlo. Echaba de menos todo lo que he vivido contigo. Y me escondía tanto en esos recuerdos que olvidaba comer, dormir y controlar la taquicardia con la máquina...
-Lo siento, Chris...-musito, con mi voz rota en mil pedazos.
-No hay por qué sentirlo.
-... Te quiero...

Chris hunde la cara en mi pelo y respira hondo antes de contestarme que él también a mí.
Realmente extrañaba abrazarle, acariciarle y besarle. Echaba de menos escuchar su voz, su risa y ver el color de sus ojos.
Echaba tanto de menos sentirme especial y querida que me hundía en la miseria.

Tenía pánico a enfrentarme a mis miedos. Tenía miedo a conocer la felicidad y a que me la arrebataran sin ser consciente de que yo misma sería quien me la arrebataría.

Continuará.

4 comentarios:

  1. me encanta... por fin hablaron las cosas... esta genial, siguela pronto. Besos.

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  2. holaa! paso a dejar un saludo enorme y a decirte que Porfavor! Porfavor no pares de subir! me hee leido todos los capis & es fantastica tu fic! de verdad me encanta! porfa! no dejes de subir! es Wow! ... me vi dentro de la fic! wow de vdd! es fenomenal! la amee! cuidate! saludos! & porfavor no dejes de subir!

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  3. me encanto. . .
    Casi sufro cuando le cerro la puerta en la cara. .
    Me dije esto ya fue. . .
    Espero subas pronto
    cuidate y un abrazo :D

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