jueves, 1 de noviembre de 2012

Capítulo 3

Capítulo 3

-Samantha -no hace falta ser un lince para saber que la única que me llama por mi nombre completo es mi madre.
-¿Hm?-digo, sin abrir los ojos aún.
-No tienes por qué ir con tu hermana.-me vuelve a recordar, y yo resoplo.
-Quiero ir.-digo, entre dientes.
-Es ella la que ha actuado mal, no tú. Tú puedes quedarte con nosotros en casa, con Lena y Erik.
-Me voy con Dann, y punto.
-Como quieras. Ve espabilando, quedan 1O minutos para llegar.

Respiro hondo, ligeramente mareada.
Me incorporo en el asiento y miro a mi hermana, que está dormida con el cuello en muy mala postura.

-Dani -la llamo, tocándole el brazo- despierta.
-No.-refunfuña, apartando mi mano de su brazo.
-Daniela, espabila ya.-ruge mi madre.

Yo la miro, preguntándome por qué tenía que ser siempre tan desagradable con ella..
Seguramente ese es uno de los motivos por los que Daniela tiene esa manera de ser, por el poco cariño que ha recibido de mi madre.

-Vamos, Dann...-insisto, y ella empieza a frotarse los ojos.
-Joder-farfulla, quitándose los cascos de los oídos y apagando el mp3.
-No seas mal hablada, Dani -le riñe mi padre. Él si la quiere mucho, y además se lo demuestra. Aunque con lo del internado se ha pasado tres pueblos.
-Perdona.-pone los ojos en blanco, estirándose.-¿Dónde estamos?
-Ya hemos llegado.-dice mi padre, y las dos vamos a mirar por la ventanilla derecha.

Aquello no tiene la pinta de un centro de torturas. Más bien es el típico paisaje que aparece en las pelis de miedo, o antiguas.
Parece un jardín botánico más que un internado.
Papá aparca el coche al lado de la verja, y salen del coche despacio..
Yo me quedo dos segundos más sin reaccionar respirando hondo, esforzándome para no vomitar de los nervios.

-¿Sam? ¿Estás mareada?-pregunta Dani, asomándose.
-No, no. Estoy bien.-digo, pestañeando para aclararme la vista.

Salgo del coche como puedo, e intento respirar el aire de esta parte de Alemania.
No sé muy bien dónde nos encontramos.

-¿Dónde estamos?
-En Berlín.-dice mi padre.-Es conocido por este internado. Dicen que es uno de los mejores que hay en Alemania.
-Son todos iguales.-dice Dann, con desprecio.
-Tú mantente callada.-le espeta mi madre con el tono más desagradable que podía utilizar.

Daniela no dice nada, pero cuando mi madre se da la vuelta, ella alza el dedo corazón a sus espaldas.
Mi padre se acerca a la especie de telefonillo que hay, y pulsa el timbre.
Una voz algo eléctrica sale de ahí, casi ininteligible.

-Buenos días, somos la familia Carter.-contesta mi padre, sintiéndose un poco ridículo al hablar con algo tan impersonal.

La voz extraña dice algo, y entonces con una especie de timbre, la verja se abre.

-Niñas, coged las maletas.-dice mi madre, entrando con mi padre.

Dann y yo vamos hacia el maletero, lo abrimos y sacamos nuestras pertenencias, cerrándolo seguidamente.
Papá nos espera, y nos dice que le demos una de nuestras maletas para quitarnos peso.
Nos vamos adentrando en el jardín botánico extraño y cargado de humedad (menos mal que no llevo el pelo liso) y seguimos el camino de piedras que nos lleva a la que supongo que será la puerta principal.
Allí nos espera un señor muy distinguido, vestido con una camisa blanca reluciente, traje negro y corbata gris, y con el pelo y la barba canosas. Está acompañado de una mujer rubia, alta y esbelta.

-Buenos días. La familia Carter, ¿no?-pregunta el señor. Papá asiente, y le tiende la mano.-Bienvenidos, soy el director Erik Schönen.-creo que Dann y yo hemos pensado instantáneamente en nuestro mejor amigo, que casualmente se llama igual que él..
-Buenos días.-contestan mis padres, sonriendo amablemente.
-Ella es Ina, la orientadora del centro.-dice, señalando a la mujer de pelo rubio.-Ella acompañará a sus hijas a su habitación, le dará sus horarios y su uniforme. Y por supuesto las atenderán cuando les sea necesario. Acompáñenme.

Mis padres asintieron como dos máquinas y empezaron a seguir al director y a la orientadora.

-¡Uniformes...!-se queja Dann, con voz ahogada.-¡Maldita sea!
-Contrólate, Daniela..-recuerdo.

Ella bufa y pone los ojos en blanco.
Nos adentramos en el internado, y observamos como la decoración es tan rústica y tan elegante que parece un castillo antiguo.
Doy vueltas sobre mí misma, observándolo todo con la boca abierta.

-Menuda antigualla-bufa Dani.
-A mi me gusta.-opino.-Es diferente.
-Tú sí que eres rara.-espeta ella.
-Niñas, ¿a qué esperáis?-nos llama mi madre,indicándonos que sigamos al director y a la orientadora.

Dani echa a andar mientras yo sigo en mi mundo, ensimismada por el suelo de parqué y las paredes de piedra, las decoraciones tan antiguas, los sofás tan retros, y los relojes tan grandes y lustrosos.

-Sam, por dios, ¡despierta!-Dani me agarra del brazo y tira de mí, arrastrándome por esa especie de "recepción", porque más que un internado, parece un hotel.

A lo lejos logro ver a un grupo de chicas hablando animadamente, con movimientos tontos de mano y sacudidas de pelo. Ríen tontamente por ver a dos chicos pasando por su lado, sonriendo con superioridad. Éstos las silban de una forma que me resulta incluso denigrante, y les sueltan alguna que otra palabra mágica con las que ellas se ríen más todavía. Qué tontas son...
Entonces, uno de ellos me mira. Bueno, creo que me mira a mí.
Se apoya en el marco de la puerta principal, y confirmo que sí que me mira a mí, ya que me señala con el dedo, hablando con su amigo.
Dani me da otro tirón, y de repente me encuentro dentro del despacho del director.
Me empuja hasta sentarme en una silla, y cuando respiro y me acomodo, pregunto:

-¿El internado es mixto?
-Sí, desde hace tres años.-me contesta la orientadora.
-Esos de ahí no llevaban uniforme.-protesta Dani.
-Claro, es que los fines de semana no es obligatorio llevarlo puesto.
-Bueno, ¿vais a dejar que el director y la orientadora os expliquen como va esto?-interrumpe mi madre.

Daniela resopla y se hunde en la silla desviando la mirada a otra parte, como si no prestara atención.
El director termina de acomodarse en su sillón con la orientadora sentada a su lado, en otra silla.

-Bueno, empecemos por lo básico.-dice.-Las clases, como bien sabéis, son de Lunes a Viernes, desde las siete y media de la mañana hasta la una del mediodía. Los desayunos se sirven de seis a siete.-comunica.-El almuerzo de una a dos y media, la merienda, si queréis, de tres a cuatro y media, y la cena es desde las seis y media hasta las nueve de la noche.
-Supongo que hay un comedor, ¿no?-suelta Dani. El director asiente.-Qué diver.-pone los ojos en blanco.
-Daniela, basta.-exige mi padre.
-Bueno, yo me llamo Ina -repite la orientadora- supongo que habréis elegido el módulo de noveno grado, ¿no?
[el noveno grado del “Gymnasium” corresponde en España a 3º de la ESO]-Dann y yo asentimos-Vale.-dice, apuntándolo en la que supongo que será nuestra ficha.-¿Tenéis clara una profesión para el futuro?
-Medicina.-musito yo.
-¿Cuál especialidad?
-Dermatología.-contesto rápidamente.
-¿Dermatología? A mi también me gustaba. -me sonríe, y yo la imito.-¿Tienes algún motivo?
-Bueno, yo tengo dermatitis atípica -explico, dejándole ver mi brazo derecho lleno de manchas blancas molestas y horribles.- Y quiero ayudar a combatir contra ella.
-Genial.-aprueba ella sin dejar de sonreír, y yo vuelvo a sentarme. Ina mira a Dani.-¿Y tú, Daniela?
-No lo tengo claro.-contesta.-Estoy entre Medicina o Enfermería.
-Perfecto.-lo apunta.-Por lo que veo tienes unas notas estupendas, no te costará mucho sacar Selectividad.

Dani no contesta, pero tuerce una media sonrisa.

-Bueno, os explicaré más normas.-dice entonces el director.-Las habitaciones son de dos o tres, compartidas por personas del mismo sexo.-recalca.-Hay unos límites en este internado, y damos tres oportunidades por trimestre de mejorar la disciplina. Si alguna de las dos comete tres infracciones como salir del internado sin permiso, encontrar una situación "amorosa" entre dos personas en una habitación, pelear con un alumno o agredir a algún profesor, llamaremos a sus padres y, dependiendo de la gravedad de la situación, podría llegarse al extremo de la expulsión, ¿entendido?-las dos asentimos.-Los fines de semana, como este, se permite salir a los alumnos mayores de catorce años fuera del internado, a sus anchas, siempre con la condición de volver a la hora de la cena como muy tarde. Si no se cumple, también se tomará como una infracción y tendremos que informar a sus padres de ello. Para asegurarnos de que lo cumplen, los alumnos que tengan pensado salir fuera del centro tendrán que darnos sus nombres, y así mismo se lo haré saber a los vigilantes de la verja, y ellos apuntarán la hora a la que han regresado. Los días laborales, fuera del horario de clases, tienen muchas horas libres que pueden aprovechar para estudiar sus lecciones o hacer lo que le vengan en gana, SIEMPRE dentro del internado, puesto que hay piscina climatizada, un salón en conjunto y muchos entretenimientos deportivos fuera del edificio. Tenemos campos de baloncesto, badminton, fútbol, voleybol... todo lo que quieran, pero, insisto, siempre dentro del centro. ¿Alguna pregunta?
-¿Cuántos alumnos hay aproximadamente aquí dentro?-pregunta Daniela.
-Cerca de unos seiscientos alumnos.-yo abro la boca, alucinada.-Porque, aparte de educación secundaria, impartimos educación infantil y primaria. Todos los alumnos terminan su formación a los 18 años, cuando salgan de aquí, claro. ¿Algo más?
-Dice que cometeremos una infracción si nos encuentra en una situación "amorosa" con otra persona... ¿quiere decir que no se permiten relaciones?-vuelve a intervenir Daniela. Yo la miro, alucinada..
-No, me ha interpretado mal.-sacude la cabeza.-Pueden salir con quienes quieran, siempre que tengan un mínimo de respeto por la gente que hay en el centro. Con eso me refería a que si les pillamos en una situación incómoda en una habitación, es decir, practicando sexo, sí que cometerían una infracción.
-Pero nos pasamos toda la vida aquí, ¿qué quiere que hagamos?
-¡Daniela!-grita mi madre, extasiada.
-Señorita, para algo están separados por sexos en los edificios con dormitorios.-el director alza las cejas.-Oh y,  por supuesto, los teléfonos móviles están confiscados hasta los fines de semana.
-Está bien.-contesto yo, esta vez.
-Si ustedes o quizás alguna amistad de sus hijas quieren hacerles una visita, deberán llamar con dos días de antelación.-explica, dirigiéndose a nuestros padres.-Y, por supuesto, deberán volver el mismo día, ya que no disponemos de tanto espacio.
-Claro, claro.-asiente mi madre.
-En vacaciones de Navidad, pascua y verano son libres de ir de visita al hogar, o quedarse aquí con algunos alumnos, que o bien son huérfanos, o bien sus padres... los internan sin más.-susurra Ina, esta vez.
-Si quieren dejar un pequeño depósito de dinero para sus gastos fuera del centro, podrían facilitármelo ahora, e Ina lo ingresará cuando pueda.-pide el director.
-Oh, sí, claro.-contesta mi padre, sacando su cartera del bolsillo.
-¿De cuánto será el ingreso?
-Doscientos euros para cada una.
-Está bien. Los depósitos pueden renovarlos cada trimestre, si así se desea.

Mi padre asiente.
El director coge las fichas que rellenaba Ina, y se las tiende a mis padres.

-Firmen en los huecos en blanco, por favor.-pide, facilitándoles un bolígrafo.

Mis padres firman, y cuando el director los archiva, se levanta del sillón.

-Pues ya está todo.-finaliza, mientras mis padres se levantan.-Solo queda que Ina lleve a las chicas a su habitación, que se instalen, darles sus uniformes...
-¿Son para toda la semana?-salta entonces Daniela.-Porque entonces... ¿cuándo podríamos lavarlos?
-Teneis dos para cada una.-contesta.-como iba diciendo... entregarles los uniformes, los libros de texto, sus horarios y mostrarles las instalaciones. Como saben, deben pagar todos los meses, mediante ingreso directo, la plaza en el centro de las chicas. Pero debo decirles que ya no pueden avanzar más, señores.
-Oh, bien...-susurra mi padre. Creo que ahora se arrepiente de haber tomado esta decisión.-Bueno...

Se vuelve hacia nosotras, y nos aplasta en un abrazo.

-Portaos bien, ¿vale? Si este año me complacéis, el año que viene no tendréis por qué venir, si no queréis.-promete.
-Está bien...-contesto yo.-Adiós, papá.
-Os voy a echar de menos. Os quiero, ¿vale?

Dani y yo asentimos, y a mi se me revuelve el estómago por los nervios.
Mamá también nos abraza. Bueno, ME abraza. A Daniela sólo le da un leve beso en la mejilla.
Ellos salen por la puerta y Dani y yo nos quedamos en el despacho, con el director y con Ina.

Continuará.

1 comentario:

  1. Hola! muchas gracias por pasar! yo tambien te sigo, tienes un blog muy bonito! y por supuesto ya he empezado a leer! voy por este tercer capi y hasta ahora la historia esta bien :)
    asi que voy a seguir leyendo! XD

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