miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capítulo 20


Narra Daniela

Es tan increíble lo que está pasando últimamente que no soy capaz de asumirlo.
Llevo una semana sin hablar con Sam. Ni nos saludamos aunque vivamos en la misma habitación. Ni siquiera nos miramos.
Pero a mí no me importa. Me da igual lo que haga. Me ha dejado muy claro que no significo nada para ella; absolutamente nada. De lo contrario, me habría elegido a mí antes que a la bollera.
Pero sí me molesta lo que está pasando. Trisha y Wendy me dijeron el otro día que Chris y Sam están saliendo juntos. ¡Saliendo! ¡Pero si hasta hace una semana se odiaban! ¿Qué ha pasado? ¿Qué pasa conmigo? ¿No tuviste suficiente conmigo, Chris?
Esto me fastidia realmente. Estoy tan furiosa con todos que incluso puedo decir que les odio. Con todas mis fuerzas.
¿Qué tiene Sam para que Chris la haya elegido a ella? ¿Qué tiene que yo no tenga?
Yo soy mejor que ella. Siempre me lo han dicho. ¿Qué ha cambiado? ¿Qué ha pasado?
Llevo toda mi vida esforzándome por ser perfecta y hasta ahora me ha ido bien. ¿Qué me he perdido? ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué todos eligen a Sam?
Todo el mundo quiere ser yo. Todos me adoran, me idolatran, me envidian.
Observo a Sam desde las escaleras que conducen al hall. Está sentada en el césped, custodiada por los brazos de Chris y rodeada por varias personas. Hay dos chicos que sólo conozco de vista, creo que el de pelo castaño se llama Gustav y el rubio Georg. O al revés. También están la bollera, su “novio” o tapadera y el hermano de éste último, que no es más raro porque no tiene tiempo. Seguro que es marica. ¿Por qué se pinta los ojos? ¿Y las uñas? Y encima de negro. Seguro que pertenece a una secta satánica homosexual. Qué asco.
Pero me da rabia no ser ella. Odio que nadie se ría conmigo, que nadie me gaste una broma, que nadie me proteja, me abrace, me de un simple beso... que nadie me quiera.
Observo a Sam de arriba a abajo. Ni siquiera es guapa. Yo sí lo soy. Será que a Chris le gustan las chicas delgadas como palos. Yo también estoy delgada. No tanto como Sam, pero lo estoy. ¿No te gusto así?
De repente me viene un ramalazo de culpabilidad y de repugnancia.
Hago una bola con mi bolsa de patatas fritas y la lanzo lejos de mí., horrorizada.
Quizás he engordado. Normalmente tengo mucho cuidado al elegir la comida... siempre me aseguro de que no sea muy peligroso para mi figura. Además, voy mucho al gimnasio y me mato haciendo ejercicio.
Pero desde que llegamos aquí no he sido demasiado cuidadosa.
Y, ahora que lo pienso, últimamente ningún chico me presta demasiada atención... seguro que es por eso. Seguro que estoy gorda. ¿Así cómo quiero gustarle a alguien?
Esto tiene que cambiar. Me tengo que poner a dieta.
Seguro que en un par de días adelgazo bastante... y quizás pueda recuperar a Chris. Me encantaría. Sobre todo por la parte de recordarle a Sam que aquí la que sobresale soy yo. No ella.
Para empezar hoy me salto la comida. Ya he tenido suficiente con la bolsa de patatas. Y ni hablar de picar entre horas. Tampoco de merendar. A la noche cenaré algo ligero.
Ya veremos quién sale victoriosa, Sam... y tú tienes las de perder. Puedo estar tan delgada como tú o más.
Me levanto de las escaleras y emprendo el camino hacia el comedor, donde deben estar Wendy, Trisha, Ian y Derek.
Por el camino me voy fijando en las reacciones de la gente al verme; sobre todo en los chicos.
Quizás me contoneo más de lo normal al andar para llamar la atención... quizás sonrío demasiado e intento buscar la mirada de toda la gente que hoy me ignora.
Ni un chico me ha echado ni un simple vistazo. ¿Qué pasa? ¿Tan mal estoy? ¡Si hasta hace un par de semanas no me podíais quitar los ojos de encima!
De repente me doy cuenta del ridículo que estoy haciendo. Claro... si ahora la novedad es Sam. La chica delgada con una hermana gorda.
Aunque intento que el tema de mi cuerpo me afecte lo menos posible, cuando llego al comedor se me dispara la rabia y el enfado.
Diviso a mi grupo sentados en una de las muchas mesas del comedor, almorzando. Los dos chicos comen un plato de estofado con patatas fritas y las chicas un bol de ensalada, como siempre. Podría aprender algo de ellas.

-Hola, Dann.-me saluda Derek, sin mirarme siquiera. Mi rabia va aumentando. Este chico hasta hace un par de días no paraba de tirarme los tejos.
-¿Dónde estabas? -me pregunta Wendy con un tono de retintín en la voz.
-¿Y a tí qué te importa?-espeto, intentando descargar mi odio sobre alguien.
Para mi sorpresa y aún más enfado, Wendy y Trisha se miran. A continuación se echan a reír como dos hienas.
Y estoy segura de que se están riendo de mí.

-¿Qué? -suelto, acercándome a ellas amenazadoramente.-¿De qué os reís?
-¿Nosotras?-pregunta Trisha, señalándose a sí misma y a Wendy.-No nos reímos...-contesta con una maliciosa sonrisa.
-¿Es que tenéis algo que decirme, arpías?
-¿Ese humor de perros se debe a que Christhian Williams te ha plantado por tu hermanita?

Esa pregunta me sienta como un hachazo.
La verdad es que aunque estas dos Barbies sean más tontas que una piedra saben dónde hurgar para que te duela. Saben hacerte daño.  Y en cuanto se dan cuenta de que eres débil, estás perdida. Yo ya lo estoy.
Pero yo finjo que no me importa. No muevo un músculo de mi cara; me esfuerzo al máximo para no cambiar mi expresión.

-A mí nadie me ha plantado.

Las dos hienas se vuelven a echar a reír. Incluso los dos chicos se ríen a mi costa.
Mi odio y mi rabia van acrecentándose hasta tal punto que pienso que no puedo soportarlo.
Aprieto los puños y me contengo para no soltarles un puñetazo a ninguna de las dos Barbies.
Por primera vez me quedo sin palabras. No tengo nada que contestar.
Y cuando ellas se dan cuenta, sonríen más anchamente y continúan con sus torturas chinas:

-Te ha plantado por tu hermana... Un chico guapísimo te ha cambiado por una tía que no es guapa, no tiene curvas y que está más plana que una tabla de planchar...  Te había elegido a tí al principio y ahora te ha dejado tirada. Será porque realmente no estás tan buena ni eres tan guapa.-me suelta Wendy de muy malas maneras y con un grado muy alto de malicia.
-La verdad es que has engordado mucho, Daniela. Mejor no intentes sentarte, quizás tu trasero y tu tripa te lo impidan.-espeta Trisha sin poder dejar de reírse.

La rabia se me dispara por todos los poros, echando mi cuerpo a arder y convirtiéndome en puro odio y en pura envidia. En asco, en vergüenza, en miedo, en culpa...
La cuestión es que no puedo soportarlo.  Con lágrimas en los ojos, pero sin derramar ni una, alzo la mano en el aire y le suelto un tortazo a Trisha, que ha sido la última en hablar y la que me ha encontrado el punto débil.
Esta hiena suelta un aullido de sorpresa y de dolor.
Pero antes de que esto pueda ir a más, me doy la vuelta y echo a andar hacia la salida.
La mirada de todos los alumnos me quema en la nuca.

-¡¡¡¡Ponte a dieta, obesa mórbida!!!!-me gritan Wendy y Trisha a la vez, haciendo que las lágrimas se me escapen de los ojos y corran por mis mejillas irremediablemente.

Lo peor es que tienen razón.
Cuando salgo del comedor ocurre lo inimaginable. Me los encuentro allí.
Están todos riéndose juntos, hablando entre ellos. Para variar nadie me presta atención.
Menos ella. Cristal me observa de arriba a abajo con una sonrisa de suficiencia.
También se da cuenta de mi presencia el chico gótico. Su mirada se incrusta en todo mi ser como dos puñales ardiendo.
Y odio que me mire. No quiero que me miren, quiero que me ignoren.
Ocurre también lo que temía. El chico de negro coge a Sam del brazo, llamándole la atención. También le veo pronunciar su nombre.
Y ella me ve. Chris también. Todos me miran.
Empiezo a respirar dificultosamente por culpa de mis lágrimas, por culpa de mi vergüenza, por mi ansiedad.
Entonces me doy cuenta de lo perfecta que es Sam. De lo guapa, de lo buena , dulce y querida que es.
Todo eso hace aumentar mi odio hacia ella, mi odio hacia mí, hacia todos.
Sollozo un poco, sintiéndome más sola, abandonada, odiada y despreciada que nunca.
Sam hace el amago de acercarse a mí. Incluso me llama.

-¿Dani?-musita, con los ojos como platos.

Se va acercando poco a poco y yo me siento demasiado congelada como para moverme hasta que al final lo consigo.
La señalo acusadoramente con mi dedo índice.

-¡¡No te acerques a mí!! ¡¡Te odio!!-le grito.

Echo a correr despavorida por los pasillos y escaleras. Sam no viene en mi busca. Y me siento fatal porque esto no es lo que quiero.
Necesito apoyo y nadie me lo da. Necesito que me busquen y nadie lo hace. Necesito que me ayuden, pero me pierdo.
Al llegar a mi habitación me paro en seco delante de la puerta.
No quiero entrar, porque Sam volverá.
¿Pero a dónde voy? Si no tengo ningún sitio en el que caerme muerta. Nadie me quiere a su lado. No tengo amigos. No tengo hermana. Ni siquiera puedo asegurar que me tenga a mí misma, porque no quiero estar con alguien a quien odio.
Finalmente saco la llave del bolsillo y la introduzco en la cerradura a duras penas, pues las lágrimas me dificultan la visión.
Dejo que la puerta se abra ante mí y me tomo unos segundos antes de pisar el interior de la habitación.
Está todo como lo dejamos. Mi ropa está doblada y recogida, mientras que la de Sam está toda tirada por su cama e incluso en el suelo.
Entro en la habitación y cierro la puerta tras de mí.
Silencio. Más silencio.
Sólo oigo mi voz en mi cabeza. Gritando. Insultándome. Machacándome.
Me abrazo a mí misma con frustración y me echo a llorar durante un buen rato.
Luego, para más inri, decido comprobar qué me ha pasado.
Me empiezo a desvestir con parsimonia, temblando y respirando dificultosamente. Deslizo la falda del uniforme por mis deformadas y enormes piernas, preguntándome cómo puede caberme esa prenda.
A continuación, con mucho reparo, voy descalza hacia el cuarto de baño. Veo el espejo desde la puerta, aunque desde la posición en la que estoy no puedo reflejarme en él. Y me alivia, pues necesito un momento para prepararme.
Poco a poco atravieso el baño hasta encontrarme frente a uno de los espejos del baño. El de cuerpo entero.
Cierro los ojos un momento para luego abrirlos y observarme.
Empiezo por las piernas. Continúo por las caderas, el torso, el pecho, mis hombros... mi... cara...
Cuando me miro a los ojos a través del espejo no logro reconocerme. Me asusto y me horrorizo tanto al ver lo que me ha ocurrido que mi alma está deseando salir de mi cuerpo y gritar.
Pero me tengo que conformar con gritar yo. Con llorar yo. Con odiarme.

...Con darme cuenta de que todo eso lo haré sola...



Narra Sam

-¿De verdad no quieres que te acompañe?-me pregunta una vez más, apoyando el hombro en la pared y cruzando las piernas.

Me observa fijamente y cruza también los brazos. Me encanta que me mire así. Me hace sentir tan llena que me dan ganas de bailar.

-De verdad -le aseguro. Él suspira.
-¿Vas a hablar con Daniela? No es normal lo que ha pasado antes. Y no tiene ningún derecho a hablarte de esa manera.
-Bueno, lo intentaré... sólo hablaremos si ella lo quiere así.
-Es que no es justo Sam. Me tiene harto. ¿Después de lo que te hizo el otro día y de lo que le dijo a mi hermana ahora te viene con esas?
-Ella es así. A mí tampoco me gusta, Chris. Pero no tiene a nadie.
-Odio que seas así de benévola.
-Pues yo creo que en el fondo te gusta.-sonrío confidencialmente.

Chris, aunque intenta aparentar enfado, acaba sonriendo y desvía la mirada.

-No me saltes con esas. Estoy enfadado.
-No lo estás.
-Sí.
-No.
-Sí.
-No.
-Sí.
-Que no lo estás y punto.-espeto, lanzándome a sus brazos.

Él me responde al abrazo de buena gana e incluso me levanta del suelo.
Me besa lentamente y luego me suelta.
Nos miramos un momento, sin poder dejar de sonreír. Luego me aparta el pelo de la cara y me alza el dedo índice, advirtiéndome:

-Como se pase contigo dímelo. No estoy dispuesto a que te haga daño.
-Que sí, pesado.
-Pórtate bien.-me pide, como siempre cuando nos despedimos.
-Yo siempre me porto bien.
-Eso es discutible.
-Calla ya.

Y otro beso. Y otro más.
Me sonríe y se despide con la mano.
Me doy la vuelta y echo a andar, pensando en ir primero a mi habitación por si Daniela está allí.
La verdad es que Chris tiene razón. No sé a qué ha venido lo que me ha dicho antes, pero no tiene ningún derecho. Me estoy hartando de ella, de que nunca pueda alegrarse por mí. ¿Habrá sido por haberle “quitado” a Chris? ¿O por lo que pasó con Cristal? Si es por eso último no sé a qué viene ahora, porque podríamos haberlo hablado durante toda la semana y a solas, no delante de todo el internado.
Cuando me quiero dar cuenta ya estoy en el pasillo que lleva a mi habitación. Pero me paro a medio camino.
Elliot está al lado de la puerta de mi habitación, con la espalda apoyada en la pared, observándome.
Me decido a seguir andando hasta llegar a la puerta. Paro delante de él.

-Cuánto tiempo -me dice, con una media sonrisa.
-Elliot... hacía mucho que no te veía.
-Por lo que veo has estado muy ocupada.
-Sí, bueno... podría decirse.
-¿No se suponía que pasabas de Chris?
-Han pasado muchas cosas. Me ha hecho darme cuenta de que realmente él no era así... además, me gusta.
-No es lo que parece, Sam. No debes fiarte de él.
-¿Acaso tú lo conoces? No tienes ningún derecho a hablar de Chris así...
-¿Y tú? ¿Tú lo conoces? Mírate... vuestra relación sólo se basa en lo físico ¿Así es como lo conoces?
-¿Y tú qué sabes en qué se basa nuestra relación? No nos ves todos los días. Y, además, perdona por ser cariñosa con mi novio.
-No, perdóname a mí por preocuparme por tí. No te fastidia...-farfulla, enfadado.
-No te veo desde hace días. ¿Ahora te preocupas por mi? ¿Justo en el momento en el que empiezo a salir con Chris? De verdad, no te entiendo...
-Sam, me importas. Solo te digo la verdad.
-¿Qué verdad? ¡Si ni lo conoces! No sabes nada. NADA.-le casi grito. Me está empezando a cabrear.
-Tienes que acabar con esto cuanto antes
-No voy a acabar con nada, Elliot. No quiero. Y además, ¿quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer?
-Soy la única persona que no te ha despreciado desde el primer momento. ¿O acaso él se portó bien contigo, Sam? Porque si es así, dejo el tema...-auch.

No me atrevo a contestar, porque sencillamente él tiene razón.
Aunque le intento aguantar la mirada, no puedo.

-No quiero seguir hablando de esto.-musito, dándome la vuelta e introduciendo la llave en la cerradura.
-Como quieras. Sólo te pido que lo pienses. ¿No te parece muy raro que de buenas a primeras él se haya interesado por ti?

Ni siquiera me despido de él, tan solo entro a mi habitación y le cierro la puerta en la cara.
Me está haciendo dudar y mucho. Y me estoy enfadando. No sé si es con él, por alomejor decirme la verdad, o conmigo por no poder confiar ni en él ni en Chris.
Cuando me doy la vuelta para dirigirme a mi cama, me encuentro con una horrorosa escena.
Con la garganta seca articulo:

-Dann... ¿qué te ocurre?

Daniela, en ropa interior, está sentada en el suelo, llorando a lágrima viva.
Se levanta de golpe y se tapa la cara. Pasa por mi lado dándome un empujón.

-Nada. No me pasa nada.-dice antes de encerrarse en el baño.

Continuará.

3 comentarios:

  1. Genial! espero el proximo capitulo
    ya quiero saber que pasara
    cuidate bye

    ResponderEliminar
  2. Hallo! me encanta tu historia, la empece a leer hoy mismo y me encanto... síguela pronto, casi me infarto cuando Chris le dijo a Sam que veía espíritus, me parece super interesante, y me encanta como escribes. Siguela, bye.

    ResponderEliminar
  3. Si aprecias tu vida, sigue escribiendo T_T

    ResponderEliminar