sábado, 17 de noviembre de 2012

Capítulo 22

Narra Bill

-Espero que tenga usted una buena explicación para semejante osadía.-me suelta, cerrando de golpe el cajón en el que hasta hace unos minutos estaba rebuscando como un criminal.
-Bueno, yo...
-¿Pretendía robar el examen global de Matemáticas usted solo?-pregunta, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.

Sí... solo... Maldito Tom. Te voy a matar. Que lo sepas.

-Bueno, la verdad...
-Sabe que esto conlleva a un suspenso automático, ¿no?
-Lo siento, profesora. No sé en qué estaba pensando... Perdóneme. No puedo suspender, de verdad.

Menuda vergüenza estoy pasando. Y todo por culpa del pesado y el idiota de mi hermano.
Es que SABÍA que al final me iban a pillar a mí. Algo dentro me lo decía, no sé. Supongo que me pasa siempre que Tom me mete en algún lío. Pero soy idiota y no me hago caso a mí mismo.

-Sin embargo, esto no parece propio de usted. ¿Está seguro de que sólo usted es el culpable?-yo asiento rápidamente. Debería ponerle ojitos de cordero a la profesora y decirle que Tom me persuadió, pero soy tan buen hermano que me contengo.-Pues no sé qué hacer con usted, señor Kaulitz. El protocolo del centro impone un suspenso inmediato en estos casos... pero, por otro lado, no ha logrado robar el examen...
-¿No podría imponerme un castigo o algo así...? Es que no puedo suspender, profesora...-musito.
-Supongo que podría. Pero no sé si lo merece...
-Lo siento, de verdad. No sé por qué se me ocurrió intentar robar el examen... estaba muy estresado y no sabía qué hacer...
-Sé que décimo es un grado muy duro, pero tiene que aprender a sobrellevarlo, Kaulitz.
-Lo sé. Estoy muy arrepentido, señora.-Arrepentido los cojones. Puto Tom. Lo mato. Lo mato. Lo mato.
-Bueno. Por esta vez haré una excepción...-el alma se me ilumina y me dan ganas de besar a la profesora. Pero luego la observo de arriba a abajo y se me quitan las ganas.-Bien, le impondré un castigo.
-¿Qué castigo sería?
-Sabe usted que andamos escasos de personal de limpieza, así que ayudará tres tardes por semana a las señoras de la limpieza con los baños de chicos y chicas comunes.
-¿De... chicas...? Pero... pero... ¡si yo no puedo entrar ahí!-tartamudeo. No, por favor. No.
-No se preocupe, a partir de ahora podrá. Se lo comunicaré a las señoras de la limpieza  y podrá empezar mañana mismo.-me comunica, apuntando su decisión en su agenda personal.
-¿No podría ceñirse sólo al de chicos...?-suplico. Muy bien, Bill. Arrástrate. Y todo por algo que no has hecho.
-Esto no admite discusión, señor Kaulitz. Demasiado benévola he sido con usted. O toma la alternativa o se enfrenta al suspenso.

Inmejorable, Bill. Simplemente excelente.
Ahora, de buenas a primeras y sin haber tenido nada que ver con este lío, me veo metido en una buena.
Como si no tuviera bastante con soportar que todo el mundo se ría de mí o me acose por maquillarme, ahora encima voy a darles el gusto de hacer el ridículo tres veces por semana.

Pero no puedo suspender. No puedo. Necesito pasar de curso y poder acceder a la Universidad. No puedo joder mi futuro... tendré que joderme el presente simplemente por ser diferente.

-x-

Narra Chris

No puedo pensar. No puedo comer. No puedo dormir. No puedo parar de evocar mi ruptura con ella.
¿Qué coño ha pasado? ¿Qué ha cambiado?
¿Por qué me hizo pasar todo aquel trago si era ella la que ya no sentía nada? ¿Por qué? ¿Es así realmente? ¿Es tan cruel como la recuerdo?
Y para colmo me la encuentro todos los días en clase. Por eso no he asistido a ninguna los últimos días. No soporto verla. No soporto saber que sabe lo que siento por ella y no aguanto sentirme tan vulnerable.
Nunca pensé que podría depender tanto de alguien. Nunca me había pasado. No sé qué tiene, no sé qué es lo que me ha hecho para hacerme sentir así.
Ahora me siento como un crío de dos años que se ha perdido en medio de una multitud de gente y que no encuentra un refugio en el que protegerse. Y lo odio. Odio tanto sentir lo que siento que me revuelve el estómago y me impide comer.
Tengo un nudo tan gigante en la garganta que me impide dormir por las noches. Me siento tan mal que ni siquiera me preocupo por mi salud.
Sólo quiero dormirme y no despertar. Quiero desaparecer, desvanecerme por arte de magia, no existir.
Y todo es porque sé lo que viene ahora. Sé que todo volverá a ser como hasta hace casi un mes.
Todo volverá a ser oscuro, tenebroso y terrorífico. Volveré a cerrar los ojos para no ver lo que ocurre.
Volveré a meterme en la cama con las sábanas hasta la cabeza para evadirme hasta que vuelva a salir el sol.
Volveré a lamentarme, a angustiarme... volverán la ansiedad, el miedo, el odio, los llantos... todo volverá a ser como antes, y no puedo soportarlo.
Me da tanta rabia sentir lo que siento por una chica a la que acabo de conocer y a la que no le importo una mierda que siento la necesidad de pensar que algún día dejaré de sufrir. Que algún día moriré y que nunca volveré a tener miedo.
Y, para más inri, no paran de venirme recuerdos del último mes. Y todos son asquerosamente buenos y felices.
Todos esos recuerdos parecen querer hundirme cada vez más hasta que no pueda soportarlo.
Soy incapaz de no acordarme de cada beso, sonrisa, palabra de aliento y de ánimo, de su interés, de sus preguntas, de su comprensión, de la calma que me transmitía... del lujo de poder dormir por las noches.
Estoy tan estresado y tan enfadado con el mundo que no hablo con nadie. No hablo con mi mejor amigo, Jeydon, no hablo con mi hermana... y procuro hablar lo menos posible conmigo mismo.

-Chris... te he traído una infusión para el estómago... Cristal me ha dicho que estás regular...-me explica Bill sentándose a mi lado en la cama.-También te he traído un trozo de tarta de chocolate por si luego te encuentras mejor. Las cocineras ya están con las meriendas de Navidad.

Al ver que ni siquiera me vuelvo en la cama para mirarle a la cara, suspira y pone mi merienda en la mesilla de noche.

-¿Cómo has pasado la noche?-me pregunta, intentando que suelte aunque sea una palabra.

Mal. Fatal. Horrible. Terrible. Asquerosa. Angustiosa.
Pero no le contesto. Mi buen amigo vuelve a suspirar y me agarra el hombro con una mano, apretando un poco.

-Dime algo, tío...-suplica.-Sé que está siendo muy duro, pero tienes que salir adelante... Estamos muy preocupados por tí, sobre todo Cristal y Jeydon...

Pero no oigo el nombre que quiero oír.
Aprieto las sábanas suavemente con mi mano derecha y cierro los ojos para no derramar ni una sola lágrima.

-¿Has dormido algo?-sigo sin contestarle.-Supongo que no...

Silencio tenso. Tan tenso que se puede masticar.

-¿Quieres... hablar de... ella?-me pregunta.-... creo que nos está evitando... ni siquiera sé si Cristal aún habla con Sam...

Ya olvidaba la tranquilidad de su nombre. El dolor que me causa oírlo... lo mucho que le echo de menos.
Dos primeras lágrimas se me escapan dolorosamente.

-No llores, tío...-me pide Bill, apretándome con fuerza el hombro.-Todo se arreglará. Ya lo verás. Nosotros siempre estaremos contigo.

Te equivocas.
Nada se va a arreglar.
Nada tiene solución.
Ya no.

-x-

Narra Cristal

-Toma, anda. Seguro que un helado te anima.

Tom me tiende un cucurucho con una bola de helado de limón y se sienta en la silla de aluminio que hay frente a mí.

-¿Sabes que estamos en pleno Diciembre?-le pregunto. Él desvía la mirada y sonríe al infinito.
-¿Y qué?

Exacto. ¿Y qué importa?
Torciendo una media sonrisa comienzo a comerme el helado, mientras Tom observa el parque que hemos elegido de Berlín. La tarde de un Domingo de Berlín.
La calle está llena de escarcha y una tímida luz solar ilumina las calles.
El frío helado me despeja un poco la mente y consigo no pensar en nada mientras le observo.

-¿Por qué me has traído aquí hoy?-pregunto.

Tom me mira. Esa mirada de chulo, esa sonrisita de suficiencia, esa postura en la silla... simplemente Tom.

-Porque me apetecía tener un rato a solas contigo. No he podido encontrar un lugar mejor que este, aunque me habría gustado...-se disculpa.
-El sitio es perfecto. En serio. Es aterradoramente perfecto.-le aseguro, sin dejar de mirarle a los ojos.

Tom me dedica una ancha sonrisa y agarra mi mano libre.
Juega con mis dedos, entretenido, mientras yo me sigo comiendo mi helado.

-Deberías dejar de comerte las uñas.-me dice.
-No puedo. Es parte de mí.
-Seguro que sí...-él pone los ojos en blanco.-¿Qué tal está Chris?
-Muy mal.-sincero. Aparto la mirada.-No habla, no come... y dudo mucho que duerma.
-Irá mejorando con el tiempo. Quería mucho a Sam.
-Pero... me fastidia tanto...
-¿El qué?
-Que sean tan idiotas. Ella por haberle hecho tal cosa y él por no superarlo.
-Seguro que se acaba arreglando y Chris levanta cabeza.
-Tom, como a Chris le pase algo...-susurro, con los ojos llenos de lágrimas.-... no sé qué haré...
-¿A Chris?-yo asiento.-¿Qué ocurre?
-Parece ser que sus estados de ánimo le afectan al corazón... ya sabes que tiene problemas...
-Los espíritus también le afectan, ¿no?-yo asiento.
-Y mucho... Ojalá él no pudiera verlos. A mí me afecta muchísimo menos verlos, yo lo soportaría. Él no.
-¿Has visto alguno más?
-Sólo veo a algunos que acompañan a Sam.
-¿Y a él no le afectaban los que van con ella?
-No. Me dijo que Sam tenía algo que... los reducía. No sé cómo explicarlo, ni yo misma lo entendí cuando él me lo dijo... Y me siento tan impotente...-susurro con un hilo de voz. Las lágrimas me ahogan.
-Hey, hey...

Tom mueve mi silla hasta que quedo frente a frente con él.

-No tienes la culpa de nada.-me dice.
-Quiero ayudar...
-Cristal, tienes que entender que no puedes salvar a todo el mundo.
-Pero así me siento útil. No me siento como una maldita... persona normal.
-No eres normal. Eres fantástica.
-No...
-Cállate -me corta.-Eres increíble.

Tom me seca las pocas lágrimas que había derramado y tras eso me besa los labios.
Dejé caer el helado para llevar mi mano a su cuello, atrayéndolo más hacia mí.

-Hombre, muchas gracias. El helado me había costado dos euros.-bromea, mirando el destrozado cucurucho que yace en el suelo. Yo me río un poco.-No quiero que vuelvas a llorar, ¿entendido?-no contesto.-Cristal, ¿entendido?

Yo asiento, pasándome el puño del jersey por la cara y torciendo una media sonrisa.
Me vuelve a besar los labios y me aparta el pelo de la cara.

-Anda, vámonos, que empieza a hacer frío.-me dice.

Yo me levanto de la silla ayudada por la mano de Tom, que no suelto en ningún momento.
Echamos a andar con cuidado de no resbalarnos con la escarcha.
Él entrelaza sus dedos con los míos y aprieta fuertemente. Yo le devuelvo el apretón y escondo mi rostro en mi bufanda azul.
Las calles de Berlín nos acompañan en silencio, siendo testigos de cada paso que damos, cada mirada que desvío hacia Tom, cada sonrisa que me regala, la emoción que incuba mi estómago.

-Cristal.
-¿Qué?

Él no contesta enseguida, pero tuerce una media sonrisa mientras el Sol empieza a iluminar su perfecto rostro.

-Esa bufanda te queda genial.

Y me echo a reír inevitablemente. Sé que odia mi bufanda. Recuerdo todas las veces que lo ha confesado.
Saber que piensa que me queda bien algo que odia, me hace feliz. Porque con todo eso, no hace falta que me diga que me quiere. No necesito esas palabras, me son indiferentes. Prefiero lo simbólico.
Como mi bufanda y esa horrible gorra.

Continuará.

3 comentarios:

  1. SIMPLEMENTE PERFECTO... me gusto mucho la parte de Tom y Cristal, y pobre de Bill pagando el castigo por Tom... jaja me encanta como escribes, siguela pronto. Besos y abrazos :)

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  2. que mal plan por parte de Tom... ahora bill a recibir el castigo por su hermano... bueno espero el proximo, perdona por no comentar pero no había tenido tiempo sorry!!

    bueno nos leemos luego
    besos

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  3. A sido un poco aburrido desde que rompieron pero graciosos lo de bill.
    Si te soy sincera es que e empezado a aburrirme desde el capitulo 21....cortas muchas cosas

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