viernes, 16 de noviembre de 2012

Capítulo 21


-Sam. ¿Sam?-su voz en mi oído es un leve revoloteo de algún insecto al que no presto atención.-¡Sam!
Y tira de mi mano, que está arropada por la suya.
Consigo volver en mí y sacudo la cabeza. Giro la cabeza para encontrarme con él. Tiene el ceño fruncido y parece muy molesto.

-Perdona. No estaba escuchando.-musito, mientras recorremos el jardín del internado.
-Ya, ya me he dado cuenta. ¿Me quieres decir qué te pasa? Llevo un rato hablándote y no me has hecho ni caso.
-Ya te he pedido perdón. Y no me pasa nada.-miento.-¿Qué decías?

Chris suspira fuertemente y se piensa unos segundos si contestarme o no.
Finalmente decide que sí, pero no me mira a la cara.

-Decía que si quieres hacer algo luego.
-Bueno...-susurro.-en realidad debería estudiar.
-¿Estudiar? Sam, acabamos de hacer el último examen del trimestre. En nada de tiempo nos dan las vacaciones de Navidad.

Yo resoplo, exasperada y muy frustrada. Por no decir agobiada.

-Bueno, pues tengo que hacer deberes.
-Bueno, ya está bien ¿no?

Me suelta, alzando la voz y soltándome la mano de golpe.
Yo, ligeramente desorientada, tardo unos segundos en darme la vuelta y observarle.
Está parado en mitad del camino de piedra del jardín.
Me observa. Muy enfadado.

-¿Qué pasa?-le pregunto, como si no lo supiera.
-Qué te pasa a tí, querrás decir.
-¿A mí? No me pasa nada.-vuelvo a mentir.
-Sam. Te lo pido por favor: para ya de joderme y de mentirme. Te pasa algo. ¿Te crees que soy imbécil o algo?
-¿Ya estamos otra vez con el temita, Chris?-le espeto, cabreándome yo también.
-¿Otra vez?-me grita.-¡¡Sam, me estás evitando!!-me acusa, rabioso.-¡¡¡Y desde hace más de una semana!!!
-Yo no te estoy evitando. Y deja de gritarme.
-¡Pues deja de hacerme daño, joder! ¡Si quieres dejarme, déjame! ¡Pero basta ya!

Vuelve a gritarme. Esta vez con los ojos llenos de lágrimas. Y yo no sé qué hacer.
Supongo que es normal que me sienta así de mal, así de culpable y así de miserable. Porque él en realidad no tiene la culpa.
Y aunque sé que la culpa es mía y sé que soy yo la que le hace sufrir, estoy demasiado enfadada como para reconocerlo. Demasiado dolida. Demasiado confusa y perdida.
Con los ojos llenos de lágrimas también, farfullo:

-Tú no me quieres.

Cuando el cerebro de Chris asume mi afirmación y la comprende, me mira con los ojos como platos.
Yo también le observo, temblando como una hoja y muerta de miedo. Y llena de remordimientos.
Chris se tapa la boca con la mano y se toma unos segundos para pensar qué contestarme.

-¿Que yo no te quiero?-repite.  

Asiento con fiereza.
Aunque es posible que no sea cierto, verdaderamente lo creo. Es cierto que llevo casi dos semanas evitándole. Es cierto que no le presto atención, que incluso paso de él. Es cierto que no le escucho cuando habla, porque mis pensamientos me gritan y no me dejan oírle. Porque he acabado pensando que no me quiere. Y me duele tanto que soy tan inmadura como para preferir que sufra él.

-¿Hablas en serio, Sam?-me pregunta, sin poder creérselo.
-Sí.
-¿Y se puede saber en qué te basas para decir eso?

Frunzo el ceño al pensar en Elliot.
Pero eso no me impide seguir siendo cruel.

-Porque sólo me has hecho daño desde que llegué aquí. No confío en tí. No me quieres.

Chris tuerce una mueca desesperada y muy dolida para impedir echarse a llorar delante de mí. Porque sabe que no me lo merezco.

-Dijiste que confiabas en mí.
-Y tú me dijiste que me querías.
-Sam, joder, yo no te he mentido. Deja de hacerme esto.
-Déjame tú también. Si lo estás deseando.-le espeto con el tono de voz más desagradable que puedo utilizar.
-¿Que estoy qué? ¿¡Me estás vacilando!?-me grita de nuevo.-¡¡Sam, si no te quisiera no estaría aquí haciendo el gilipollas!! ¡¡Para de una puta vez!!

Agacho la cabeza para concentrar mejor mi dolor y mi culpabilidad.
Soy incapaz de dejar las manos quietas.
Los pasos de Chris me alarman. Cuando alzo la cabeza lo encuentro delante de mí, pero no tengo lo que hay que tener para mirarle a la cara.
Chris me agarra la barbilla con la mano y me obliga a mirarle a los ojos.
Me agarra la cara con las manos y su frente choca contra la mía. Cierra los ojos, llenos de lágrimas que se desbordan.
Y yo no muevo ni un músculo. Estoy tan paralizada que ya no recuerdo qué ha pasado.

-Para ya, por favor. No tienes razón.-me suplica.-Yo sí que te quiero.

Trago saliva sonoramente y dejo de respirar un momento cuando me pregunta:

-¿Y tú me quieres?

Y mi voz se apaga. Odio no saber contestarle. Y odio verle abrir los ojos y separarse de mí al no oír mi respuesta.
No quiero quererle. No quiero ser vulnerable a él. No quiero llorar. No quiero problemas.
Y aunque me arrepentiré de decir lo que voy a decir, tengo que hacerlo:

-No lo sé.

La cara de Chris es indescriptible.
Me mira durante unos segundos y luego asiente con la cabeza, dando pasos hacia atrás.

-Genial.-susurra.
Y aunque quiero decirle que lo siento, suplicarle que me perdone y confesarle que sí que le quiero, mi propio cuerpo me lo impide.
Me quedo clavada en el sitio viendo cómo se aleja de mí poco a poco, sin dejar de mirarme.

-Muchas gracias, Sam. He pasado todo este numerito y toda esta mierda para que al final seas tú la que no me quiere. Eres genial. Simplemente genial. Gracias.

Y se da la vuelta. Se larga. Me abandona, me deja. Y aunque quiero suplicarle que no lo haga, no puedo. No tengo valor ni fuerzas.
Sólo soy capaz de pensar “lo siento”.
No le quito los ojos de encima. Le veo alejarse cada vez más y más; incluso le veo descargar todo su odio hacia mí con una papelera que adornaba el jardín.
Estoy tan confundida que no sé qué pensar ni qué hacer. No sé si debo correr tras él o si irme a tirarme por un puente.
Finalmente me doy la vuelta y echo a andar por el camino de piedra, ligeramente desequilibrada.
La cabeza me late con fuerza, llena de palabras que no he dicho pero que han salido de mi boca igualmente.
Unos pasos apresurados me hacen darme la vuelta, muy esperanzada y muy emocionada.
Pero todo eso se desvanece cuando es Elliot el que viene tras de mí. Frunzo el ceño y sigo andando.

-¡Sam! ¡Espera! -me grita.
-Déjame en paz.
-¿Estás llorando? ¿Qué te ha hecho?-pregunta cuando me alcanza.
-No me ha hecho nada. Absolutamente nada. Y yo le he dado la patada.-casi sollozo.
-Igualmente se lo merecía. No llores por él, no merece la pena.-la cara se me enciende instantáneamente.
-¿Que se lo merecía? Él no se merecía esto. Y todo es por tu culpa, así que déjame en paz.
-¿Por mi culpa?
-Sí. Tú eres el que vino diciendo que me estaba mintiendo.
-Sam, yo no le he dicho lo que le has dicho. Has sido tú. Realmente pensabas que él no te quería.
-Sí, por tu culpa. Yo no pensaba eso hasta que viniste tú. Olvídame de una puta vez.-le grito, secándome las lágrimas.
-Joder, Sam. Que él no merece la pena. Olvídale tú a él.
-Por muy increíble que te parezca no siempre tienes razón. Y no lo conoces.
-Lo conozco más que tú y sé más que tú... mucho más que tú.
-No me interesa. Que te largues.
-Sam, yo no te haría sufrir.
-Bonita forma de demostrarlo. Que me dejes.

Me doy la vuelta, y dejo solo a Elliot como hace unos pocos minutos me dejó Chris a mi.
En vez de ir a buscar a Chris, me dirijo a mi habitación. A sufrir un poco a solas, imagino.
































Narra Bill


-Tom, ¿¡estás loco o qué!?¿Sabes en el lío en el que nos podemos meter? Bueno, en el lío en el que ME puedes meter.
-Deja de gritar. Nos van a pillar.
-¿Que deje de gritar? Pero si me has arrastrado contigo a robar el examen de matemáticas.
-A ti no te importaba saber las preguntas.
-Claro, pero eso era antes de que me enterase de que iba a ser cómplice del robo, cabrón...
-Eres un miedica, Bill.-él pone los ojos en blanco y yo siento la tentación de rajarle el cuello.-Vamos, están en el primer cajón del escritorio...
-¿Qué? Y una mierda. Ve tú a cogerlos... no te fastidia.
-Joder, que yo no puedo. No tengo puesto el uniforme,y fijo que si voy a por ellos corriendo, me hostio.
-Mejor, así escarmentarás.
-¡Bill, joder!
-Me cago en tus muelas, joder.

Yo, claro, acabo cediendo.
Como un ninja, voy corriendo hacia el escritorio de la profesora mientras Tom vigila con la puerta entreabierta.
Y, maldita sea mi estampa, el cajón tiene cerradura.

-Tom -susurro, pero él no me oye.-¡Tom!
-¿¡Quieres dejar de gritar!? Nos van a acabar pillando, desquiciado.
-Esto necesita una llave.-y Tom, tan listo, me contesta:
-Pues úsala -se encoge de hombros, como si yo fuese imbécil.
-Tu lógica es aplastante. ¡Que no la tengo!
-¡Busca en el bolso, a mi qué me cuentas!

Genial, encima tengo que registrar el bolso de la profesora de matemáticas.
Miro una vez más a Tom y, tras eso, abro el misterioso bolso.
Empiezo a rebuscar por todas partes, pero no la encuentro.

-Tom, joder -lloriqueo, desesperado.-No la encuentro y como nos pillen se me van a caer los huevos...
-¡Busca mejor y calla de una vez!

Yo, con los cojones en la garganta, comienzo a abrir todos los monederos y similares, rezando para encontrar una maldita llave.
La tía esta está pelada. Tiene menos dinero que yo y eso es increíble.
Hasta que, entonces, encuentro una pequeña llave de metal y casi se me saltan las lágrimas.

-¡Tom! ¡¡La he encontrado!!
-¿Quieres que te aplauda? Abre el cajón de una vez.
-Deja de agobiarme, coño.

Tom resopla, vigilando mientras hace pequeños movimientos nerviosos. Parece que se está meando. No ha cambiado nada. Siempre que se pone nervioso tiene ganas de mear.
Me agacho e introduzco la llave en la cerradura. Con un pequeño movimiento de muñeca consigo abrirlo.
En el interior hay un montón de folios y tengo que empezar a buscar. Maldita sea mi suerte.

-¡Bill!
-¡Ya voy, pesado! ¡Esta tía lo tiene todo desordenado y aquí no hay quien encuentre el examen!
-¿Quiere que le ayude?

Genial. Estupendo. Maravilloso.
Cuando alzo la cabeza y me encuentro con la sonrisita de suficiencia de la profe de matemáticas, siento que voy a vomitar todo lo que he comido en una semana.

-Menuda sorpresita, Kaulitz.-me dice, sin dejar de sonreír. Trago saliva.
-Yo estoy igual de sorprendido que usted...
-Espero que tenga una buena explicación. Me resulta increíble que se haya arriesgado de esa manera a robar un examen usted solo.

¿Solo? ¿¡Como que solo!?
Entonces, me doy cuenta de que Tom no está. Mi hermano me ha abandonado a mi suerte...

Continuará.

2 comentarios:

  1. jajajajaja xDDDDD mentira que maldito tom la jodio! xD puuuucha temrinaron encerio?? aaaaa ¬¬ pinche sam ¬¬ xD

    saludines me encanto el capitulo :D
    cuidate
    adioshin
    Alex
    E.A

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  2. jajaja Tom como buen hermano y abandona a Bill... Que mal que Sam y Chris terminaran.
    Super genial el cap, siguela pronto.
    Bye, cuidate. :3

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