miércoles, 6 de marzo de 2013

Capítulo 29


Narra Sam



-Chicos, apartaos, dejadle respirar.

Quiero abrir los ojos. De hecho lo intento, pero la pesadez y el cansancio me aprisionan.
Siento que si trato de respirar hondo podría ahogarme.

-¿Se ha desmayado?-la voz de Bill trina en mis oídos, aterrorizado.
-Samantha, ¿puedes oírme?-me pregunta la enfermera con suavidad.

Asiento con la cabeza una sola vez.
Los dedos de mis manos aún los siento crispados, helados.
Una respiración profunda. Dos. Lágrimas surgiendo desde la boca de mi estómago.

-Abre los ojos, entonces.-me pide la enfermera.

No puedo. Mi subconsciente me lo impide. Mi “yo” interior está sentada en un rincón, abrazando sus rodillas y temblando tanto que le duele.

-Sam, abre los ojos, por favor... -me pide Tom.-Sólo queremos que estés bien.

¿Estar bien? ¿Estaré bien si abro los ojos? ¿Me sentiré bien cuando la realidad me golpee?
Pero siento que estoy siendo egoísta con mis amigos. Sólo me piden que abra los ojos... pero la idea me atormenta.
Hago acopio de valor y abro los ojos de golpe, sin pensar. Mi vista aún es borrosa, y tengo que parpadear varias veces para poder aclararla.
Lo primero que me encuentro es el rostro de Bill muy cerca de mí. Está arrodillado en el suelo, observándome sobre la camilla.
Me sonríe, con los ojos brillantes y el maquillaje emborronado.
Mi vista se desvía hacia el frente, y mi cuerpo se rompe en mil pedazos al ver a Tom agarrado a los pies de la cama con los ojos anegados en lágrimas y haciendo unos esfuerzos tremendos para no echarse a llorar.
La realidad. La puta realidad ya ha lanzado su primer golpe.
Automáticamente se me llenan los ojos de lágrimas y por mi garganta surca un sollozo. Mi cuerpo tiembla como si estuviera a punto de quebrarse, y la presión vuelve a hacer acto de presencia.

No está. Chris no está. Se ha desmayado. Podría haber muerto por mi culpa. De hecho, puede que haya muerto...
Sólo soy capaz de respirar por la boca, y de forma muy violenta. El hormigueo constante en mis sienes vuelve a engatusarme.

-Sam, tranquila. Tranquila, por favor.-me suplica Tom, acudiendo a mi lado con rapidez.

Sudor frío. Escalofríos. Estómago revuelto. Ataque de nervios. Ansiedad.

-Apartaos, va a vomitar.-advierte la enfermera, aportándome una palangana.

El ardor me surca el sistema digestivo hasta llegar a mi boca. Me incorporo rápidamente en la camilla y, tras una arcada, vomito.

-Tranquila, Samantha...-me susurra la enfermera, que aparta mi pelo para que no me lo ensucie.

La palangana sucia la sostienen mis manos temblorosas y sudorosas. Escupo y sigo respirando por la boca con esfuerzo.

-No puedo, de verdad que no puedo... -se disculpa Bill con una mano tapándole la boca y apartándose más de mí por las náuseas.
-¿Estás mejor? ¿Quieres vomitar más? -me pregunta la enfermera.

Me tomo unos segundos para pensarlo. Y niego con la cabeza.
La enfermera me retira la palangana de las manos y va a lavarla al fregadero de la enfermería.
No alzo la cabeza para mirarle, pero sé que Tom se acerca a mí con lentitud.
Se sienta junto a mí en la camilla y me aparta el pelo de la cara. Cierro los ojos y trato de volver a respirar con normalidad.

-Estás horrible.-bromea él. Y yo sonrío sin querer.
-C-Creía que te gustaban sudorosas y vomitonas...-susurro con la voz temblorosa.
-De esas sólo me gustas tú.-dice, revolviéndome el pelo con suavidad. Sonrío.-¿Me das un abrazo?
-E-Estoy hecha un asco...
-Cállate.

Tom me acerca a él y hace que apoye la cabeza sobre su pecho, rodeándome con los brazos. Y me siento protegida, resguardada y querida.
Las lágrimas acuden a mis ojos, y no puedo evitar comenzar a sollozar. Tom me abraza con más fuerza y yo me abandono a la angustia.

-Tranquila...-susurra, acariciando mi pelo despeinado.
-Es que... tengo las manos sucias y quiero lavármelas...-sollozo, a la vez que me río sin querer.

Tom suelta una gran carcajada que me reconforta.
Se separa un poco de mí y me seca las lágrimas con los dedos.

-Ven, que te ayudo.-se ofrece Bill, sonriendo por la pequeña y subrealista conversación que acabo de tener con Tom.

Me pasa el brazo por la cintura y me ayuda a levantarme. Mis pies tocan el suelo como en un sueño, y me cuesta andar con normalidad, por lo que agradezco que esté sosteniéndome.
Llegamos al fregadero bajo la atenta y cuidadosa mirada de la enfermera.
Bill me da el jabón y me froto las manos con una parsimonia estresante. Luego las enjuago bajo el agua del grifo.

-Vuelve a la camilla, Samantha.-me pide la enfermera.

Yo asiento y, con ayuda de Bill, voy en su dirección. Esta vez me quedo sentada.
Ella vuelve con un vaso de plástico transparente lleno de agua y me lo entrega.

-Toma, te sentará bien. Tienes que tener mucha sed.

Agarro el vaso con manos temblorosas y, bajo la mirada de mis tres acompañantes, me lo llevo a los labios.
El agua corre salvaje y fría por mi garganta. Para mi sorpresa, aún no estoy capacitada para beber con normalidad, y el líquido se me va por el otro lado.
Empiezo a toser. Bill me da unas palmadas en la espalda, pero eso sólo lo empeora. Sigo tosiendo un buen rato hasta que logro calmarme.

-¿Ya no sabes beber?-bromea Tom.
-Es tu presencia, que me vuelve loca.

Bill, Tom e incluso la enfermera se echan a reír.
De repente llaman a la puerta. La enfermera acude y la abre. Al otro lado está la persona a la que menos esperaba ver.

-Jeydon.-saluda Tom, sonriendo.

Jeydon entra en la estancia en silencio y se acerca a nosotros. La enfermera se disculpa diciendo que tiene que ir a no sé donde y nos deja solos.

-¿Se sabe algo de él?-pregunta con un hilo de voz.

La realidad vuelve a marcarse un tanto y siento frío.

-No... Cristal me dijo que me llamaría cuando supieran cómo está.-contesta Tom.

Silencio sepulcral. Mi semblante va decayendo.

-¿Cómo estás, Sam?

Y me sorprendo de que Jeydon me hable, aunque no sé muy bien por qué. La verdad es que desde que llegué al internado nunca he tenido la oportunidad de dirigirle la palabra directamente.
Alzo un poco la cabeza y le observo. Su pelo liso y claro le cae sobre sus ojos, verdes y muy brillantes.
El aro que adorna su labio inferior en cierto modo me recuerda a Tom.
Me encojo de hombros como toda respuesta.

-Voy a salir. En un rato vuelvo.-se disculpa Bill.
-¿A dónde vas?-inquiere Tom por mí.

Bill desvía la mirada al suelo mientras se da la vuelta. Tarda unos segundos en responder:

-Luego os lo digo.

Agarra el pomo de la puerta de madera, abre y sale antes de que podamos preguntar nada más.
Se vuelve a hacer el silencio.
Tom juega con la visera de su gorra sin dejar de observar la puerta por la que su hermano acaba de salir.

-Qué raro está últimamente...-musita para sí mismo.
-Sí, yo también le he notado algo extraño.-coincide Jeydon.

Tom desvía la mirada hacia mí y me sonríe un poco. La presencia inusual de Jeydon no me permite devolverle la sonrisa, pero yo también le miro.
Tom me toca la pierna con la mano y presiona un poco.

-¿Te encuentras mejor?

Carraspeo un poco.
¿Estoy mejor? ¿Estoy bien? ¿Por qué he dejado de llorar?

-...No lo sé.

Tom suspira largamente.
Me revuelvo un poco sobre la camilla, sintiéndome más incómoda que nunca.
Tras unos largos segundos de silencio, Tom vuelve a mirar a Jeydon.

-¿Puedes quedarte con ella un rato? Voy a ir a secretaría a intentar llamar a  Cristal y no quiero que se quede sola.

Contengo la respiración. Mi mirada cae al suelo y los dedos de mis manos entrelazadas juegan con los anillos que los adornan.

-Claro.

Tom se levanta de la camilla y me da un beso en la mejilla.

-Tranquilízate un poco, ¿vale?-asiento con la cabeza. Tom sonríe.-Bueno, no te será muy difícil. Jeydon es un aburrido.
-Eh, ¿a qué viene ese ataque tan gratuito? ¡No soy aburrido! -protesta, dándole un suave empujón a Tom en el hombro.

Y me hacen sonreír. Tom alza las manos, como si todo aquello no hubiera tenido nada que ver con él.

-Yo no he sido, lo ha dicho todo Sam.-me señala acusadoramente con el dedo índice, y yo quiero matarle.

Jeydon me observa, ensanchando una mueca de sorpresa fingida. Me señala con el dedo índice, tal y como ha hecho Tom, solo que utilizando en mayor medida la dramatización.

-¿¡TÚ!?-grita, despavorido. Consigue hacerme reír.
-Es que me está cambiando la voz...-me justifico en voz baja.
-¡CREÍA QUE ÉRAMOS AMIGOS!

Se tira de rodillas al suelo y finge que llora. Tom se echa a reír y me contagia de tal manera que hace que me revuelva en la camilla por las convulsiones de las carcajadas.

-Eres un payaso.-insulta Tom, dándole un suave empujón que hace que Jeydon pierda el equilibrio y se caiga hacia un lado.
-¡Abusón!-chilla con voz de chica.

No puedo dejar de reírme, incluso ha logrado que llore de la risa.
Tom me observa con una ancha sonrisa.

-Luego vuelvo. Cuídala y no la corrompas.
-Sí, mami.-contesta Jeydon poniendo los ojos en blanco.

Tom sale por la puerta, dejándonos solos.
Jeydon se queda sentado en el suelo y me mira desde ahí.

-Normalmente no soy así...-se disculpa.
-¿Eres peor?
-... Sí.-río.

Jeydon se levanta del suelo ágilmente, se sacude los pantalones grises del uniforme y se queda frente a mí.

-No nos han presentado como es debido. Soy Jeydon.-me tiende la mano.
-Sam.-respondo, estrechándosela.
-Encantado de conocerte oficialmente.
-Lo mismo digo.
Ambos sonreímos.

-Ojalá no nos hubiéramos conocido en este mierda de día.-musita.

No respondo. Parece que la realidad vuelve a llamar a la puerta.
Se sienta a mi lado en la camilla y coloca el peso de sus brazos sobre su regazo.
Estamos más de un minuto en silencio, sin saber qué decir o qué hacer.
Con un ligero movimiento de cabeza se aparta el flequillo de la cara. Sorbe por la nariz y clava sus ojos en el suelo.
Parece muy afectado también.

-En serio... ¿cómo estás?-susurra.

Me mira a los ojos.
Nunca he visto unos ojos tan verdes como los suyos. Son incluso tan absorbentes como los de Chris.

Chris.

-No lo sé. Sigo pensando que todo esto ha sido una pesadilla.
-Deberías dejar de dormir.
-¿Crees que podré despertar?
-¿Acaso lo que te espera al abrir los ojos es mejor que esto?
-... No.
-Entonces no los abras.

Cierro los ojos.
Jeydon se revuelve un poco en la camilla.

-¿Los has cerrado tú también?-pregunto.
-Los he cerrado cuando has dejado de mirarme.
-Así es más fácil hablar.
-Yo también lo creo.

Silencio. Pero no es incómodo.
Oigo su respiración justo a mi lado.

-Ahora que tenemos los ojos cerrados...-comienza.-... debo confesarte que no sé cómo consolarte. No sé ni consolarme a mí mismo.
-... No tienes que consolarme.
-Pero quiero hacerlo. Y sólo puedo decirte que Chris es propenso a tener este tipo de ataque de nervios.
-¿Hace cuánto que lo conoces?
-Desde que entré a este sitio, hace unos cinco años.
-Vaya... cuánto tiempo...-susurro, impresionada.
-Le odiaba. Era un gilipollas.
-Oh. Yo también le he conocido siendo gilipollas.
-Ya. Lo sé.

Silencio. La pregunta me reconcome.

-Tú... ¿lo sabes? -empiezo.
-Si te refieres a lo de los espíritus, sí. Lo sé.
-¿Te lo contó él?
-... No exactamente. Como ya te he dicho, al principio nos odiábamos. Llegamos a pegarnos. Recuerdo que me partió el labio de un puñetazo y que yo le dejé el ojo morado.

Sonrío, aunque no es una historia divertida. Sin embargo, me da la sensación de que él la recuerda así.

-Incluso pedí el traslado de habitación. No soportaba tenerlo cerca, me ponía de los nervios y sólo quería pegarle.-carraspea y prosigue.-Pero no me cambiaron de habitación. Y lo agradezco. De no ser porque yo era el único que volvía a esa habitación, aparte de Cristal, Chris habría muerto aquel día.

La realidad vuelve a asomar la cabeza por la puerta. Mi subconsciente empuja la puerta para no dejarla entrar.
Jeydon, al ver que no digo nada, continúa:

-Un día, yendo hacia la habitación, oía desde el pasillo la música a todo volumen. Procedía de allí. Recuerdo que lo primero que pensé fue que nos pegaríamos en cuanto entrara. Pero me cagué de miedo cuando llegué a la puerta y le oí llorar con tanta fuerza que me dolía hasta a mí.

Trago saliva con dificultad.
Puedo imaginármelo. Bueno, al menos, al Chris que conozco. No logro evocarle siendo un niño, no he visto fotos suyas de pequeño. Pero, igualmente, el hecho de que un niño de diez u once años esté sufriendo de esa manera me revuelve el estómago y me llena los ojos de lágrimas.
Jeydon coge aire.

-Quería hacerse daño. Quería matarse. Un niño de once años quería acabar con su vida y yo no podía verlo. No podía ver que estaba tan harto de todo, tan triste y tan cansado que no podía hacer más que proyectarlo odiando a todo el mundo.
-Eras un niño... no podías saberlo.-susurro, con voz temblorosa.
-No sabía que tenía problemas de corazón. No sabía que tenía una máquina para regular su taquicardia. No sabía que podía ver muertos. No sabía nada. Era mi compañero desde hacía dos meses y no tenía ni idea de nada. Malgasté el tiempo odiándole, insultándole y pegándole en vez de hablar con alguien que pudiera solucionarlo. Y de todo eso me di cuenta cuando le vi en un rincón de la habitación con la muñeca llena de sangre. Un niño de once años...

Sorbo por la nariz. Las primeras lágrimas no aguantan más y deciden liberarse. Es doloroso imaginarlo.
Ni siquiera puedo visualizarlo con nitidez. Es impensable. No puedo creer que un niño tenga intención de acabar con su vida.

-Cargué el peso de Chris sobre mi propio cuerpo y lo saqué al pasillo medio inconsciente. Bueno... le arrastré. Chris era mucho más alto y pesaba más que yo. Llegué a las escaleras de la planta casi en cuclillas, reventado, muerto de dolor, llorando a lágrima viva y con un ataque de nervios a punto de desatarse. Por suerte, varios chicos pudieron verme y me ayudaron.

Siento ganas de abrazar a Jeydon y de darle las gracias. Quiero decirle que es un héroe, que es muy valiente, que es increíble. Pero no puedo mover un músculo.

-¿Y sus padres?-susurro.
-Oh. Los llamé... me dijeron que “los niños buenos y normales no mienten ni dicen que ven cosas raras”. Les pagan el internado a ambos hasta que cumplan la mayoría de edad. Chris y Cristal hace años que no vuelven a su casa.
No tengo palabras para expresar lo que siento. Dos niños de once años abandonados por sus propios padres. ¿Desde qué edad ocurrió eso? ¿Serían más pequeños cuando los internaron aquí? ¿Por qué no me lo han contado?
Abro los ojos. Jeydon me observa. Trago saliva. Qué guapo.

-Durante las vacaciones o se vienen conmigo a Canadá o se van con Tom y Bill.
-¿Vives en Canadá?
-Nací allí, pero sólo voy en Navidad, porque allí es donde vive toda mi familia y celebramos las fiestas con ellos. En verano suelo ir a Italia o me quedo aquí en Alemania con Bill y Tom.
-Vaya... yo llevo toda mi vida viviendo en Alemania. Sólo he salido una vez del país, para ir a Francia.
-Bueno, en ese caso, estás invitada a venir con nosotros cuando quieras.
-Dudo que pueda pagarlo...
-No tienes que pagar nada.

Antes de que pudiera protestar, la puerta de la enfermería se abre. Bill asoma la cabeza por la rendija.

-Menos mal, aún estáis aquí...-sonríe.
-¿Se sabe algo ya?-suelta Jeydon, levantándose de la camilla.
-No. Tom está intentando contactar con Cristal, pero ella aún no le ha cogido el teléfono.

Silencio.


-¿Piensas entrar o vas a criar raíces en el quicio de la puerta?-bromea Jeydon para quitarle hierro al asunto.
-Iba a pedirte que vinieras conmigo a dar una vuelta.-le dice Bill.
-Ya te he dicho que lo nuestro es imposible.
-Imbécil, lo digo en serio.
-Vale, no me pegues. Guarda el bazooka.-bromea Jeydon alzando las manos.

Sonrío un poco. Jeydon se vuelve para mirarme.

-¿Vienes?
-Bueno...
-No, ella tiene que quedarse.-corta Bill.
-¿Por qué?-preguntamos Jeydon y yo a la vez.
-Porque tienes visita.

Bill termina de abrir la puerta del todo, dejando ver a su acompañante.
El corazón se me para un momento al ver ese pelo rojo que conozco tan bien.

-Dani...-susurro, con los ojos llenos de lágrimas.

Continuará.


4 comentarios:

  1. Gracias por tus comentarios, siempre que veo que me has puesto algo me alegra mucho :) Y gracias por los ánimos.
    Me alegra de que sigas escribiendo la historia, y te expreses igual de bien que siempre.
    Yo enseguida me canso de las que escribo y se me ocurren otras... así voy, jaja.
    Y nada, ya nos leemos, un beso :)

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  2. WOOOOW hace poco encontre tu fic y dejame decirte que me encanta!!! hace rato que no me llegaba o me enganchaba tanto con una fic!!!
    Espero que la sigas pronto quiero saber que paso con Chris , como esta... y que va a pasar con esta ''visita'' tan inesperada ajaja
    Bye y Cuidate!! :)

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    Respuestas
    1. ¡Hola! Muchas gracias por pasarte y leer mi historia, me alegra mucho tenerte como nueva lectora^^.
      Muy pronto, creo que hoy, subiré el próximo capítulo, espero verte por aquí :3

      Un beso!!

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