viernes, 29 de marzo de 2013

Capítulo 30


Narra Sam


Mi cuerpo se congela. Siento que el de Daniela también lo ha hecho.
Me dedico a observarle con detenimiento. Empiezo por sus pies. Lleva puestos los zapatos del uniforme. Sus piernas están muy pálidas, llenas de moratones de diferentes colores, sobre todo amarillos, morados y marronuzcos. Subo por sus piernas, dándome cuenta de que ha adelgazado. Y mucho. Lo noto en sus rodillas, en la minúscula dimensión de sus muslos. Lo noto en la caída de su falda, que le queda grande. Lo noto también en su pecho, en sus clavículas. Y en sus brazos. Y en... oh, dios mío. Su cara.
Mi cuerpo se rompe en mil pedazos, haciéndome temblar mientras observo cómo Daniela es incapaz de mirarme a los ojos. En vez de ello, con su mano izquierda se dedica a arrugar un poco de su falda. Esa que antes le quedaba tan bien.
Quiero gritar. Quiero llorar. No entiendo absolutamente nada de lo que está pasando.

No puedo dejar de mirar a mi hermana, esperando a que decida alzar la cabeza y mirarme a la cara. Pero, sin embargo, eso no impide que me dé cuenta de que Bill agarra su mano derecha con fuerza. Que incluso ella agarra la de él con más fuerza.

-¿Quién es ella?-musita Jeydon, rompiendo el incómodo y angustioso silencio que ahoga la enfermería.
-Es... la hermana de Sam. Se llama Daniela.-contesta Bill con un hilo de voz.
-Oh.-silencio.-No te había... bueno... no te había reconocido.

Genial. Al menos no soy la única que no reconoce a la persona que está en el umbral de la puerta y que aún no me ha mirado a los ojos.
No puedo creérmelo. ¿Qué es esto? ¿Qué ha hecho? ¿Por qué está así?
Bill rodea la cintura de Daniela con cuidado, sin soltar su otra mano de la de ella.

-Vamos, Daniela.-le susurra Bill.

Ella niega con la cabeza repetidas veces. Su mano izquierda suelta la falda y se va directa a su cara. Se oculta. ¿De quién? ¿De mí?

-Es tu hermana. Ha tenido un mal día. Te necesita, ¿verdad, Sam?

Bill me mira directamente a los ojos. Los suyos están anegados en lágrimas, aunque me da la impresión de que no dejará caer ni una sola.
Asiento, temblorosa. Bill atrae hacia sí a Daniela, sujetándola con firmeza.

-¿Ves? Vamos. Me lo has prometido, por favor.

En el aire suena un pequeño y minúsculo “hazlo por mí”, de Bill.
Para mi sorpresa, Daniela le mira a los ojos. Él le sonríe. Es una sonrisa triste. Muy triste.
Daniela, acompañada de Bill, echa a andar lentamente en mi dirección.
El corazón me late muy deprisa, y siento que la contención de mis lágrimas es cada vez más minúscula.
Me aterroriza enfrentarme a ella. No a Daniela, sino a “ella”. A esta Daniela.
Jeydon se levanta de la camilla para cederle el sitio a mi hermana. Ella, temblorosa y tensa, se sienta junto a mí. No media palabra alguna.
Bill nos observa con cautela. Me dirige una mirada significativa, afirmando mis temores.

-Os dejamos solas... ¿vale? -nos informa Bill, con una pequeñísima sonrisa.

Ninguna de las dos movemos un músculo. Sin embargo, cuando Daniela cree que Bill va a darse la vuelta y a dejarla, se levanta rápidamente de la camilla y le retiene agarrando su brazo.
Se me rompe el corazón en mil pedazos.
Es increíble. No puedo entender nada. ¿Desde cuándo se conocen? ¿Cómo ha sido? ¿Por qué esta dependencia de Daniela?
Dos lágrimas, que me seco con rapidez y rabia, me traicionan cuando Bill la abraza con fuerza y le da un beso en los labios.
“Puedes con esto y con más. Lo sabes y lo sé. Sí puedes. Puedes, Daniela. Eres muy fuerte. Sam te necesita, y tú a ella también. Volveré a por ti luego. Sí. Te lo prometo.”
Eso es todo lo que puedo oír por parte de Bill. Daniela le ha sollozado cosas también, pero no he logrado entender nada.
Desvío la mirada hacia Jeydon, que los observa estupefacto. Luego me mira a mí, y con sus dedos me seca las lágrimas que desconocía que se hubieran escapado. Él me sonríe, aunque no soy capaz de devolverle la sonrisa.
Bill besa la frente de Daniela y la aparta suavemente de él, acompañándola a sentarse en la camilla junto a mí.
Daniela se sienta, pero no suelta la mano de Bill. Él se encorva junto a mí y me dice al oído que tenga tacto.

-Luego nos vemos, ¿vale?-nos dice a ambas, aunque hace hincapié en Daniela.

Ninguna decimos nada. Bill besa la mano que tenía agarrada de Daniela y luego se encamina hacia la puerta acompañado de Jeydon. Daniela hace el amago de levantarse e ir corriendo tras él, pero agarro su mano.

-Quédate. Por favor.-musito.

Sé que duda. Observa a Bill salir por la puerta. Casi se levanta de la camilla y sale de nuevo tras él, pero lo piensa mejor y se queda junto a mí.
Silencio. Un silencio horroroso, inaguantable, incómodo, angustioso, lleno de miedo.
Me encorvo y apoyo los codos sobre mis rodillas. Entierro la cara entre las manos e intento contenerme para no echarme a llorar.

-Daniela, di algo... por favor, dime algo.-casi sollozo.
-... Siento mucho... lo que le ha pasado a Chris...-musita en un hilo de voz.

Ni siquiera es su voz. Parece que estoy hablando con una persona extraña.
Y cuando decide mirarme, sus ojos hacen eco de mi pensamiento.
Los tiene más grandes, más apagados, más hundidos en su cara. Bajo ellos hay unas ojeras inmensas que le hacen tener un aspecto demacrado y horrible.
Mis ojos se desvían a sus brazos, también amoratados. Los nudillos de sus manos los adornan unas pequeñas heridas de color rojo brillante.

-¿Qué significa todo esto, Daniela? -espeto, incapaz de ignorar por más tiempo la voz residente en mi cabeza que me grita una y otra vez que Daniela se ha autolesionado y que no come.

Daniela me aparta la mirada. Su mano vuelve a su falda, arrugándola. Tiembla.
Mi respiración se altera un poco, incitándome a desatar un ataque de nervios y de furia.

-¿Qué has estado haciendo, Daniela? - no recibo respuesta.- Ten al menos la decencia de mirarme a la cara cuando te hablo.

Daniela cierra su mano libre en un puño tan apretado que sus nudillos son aún más perceptibles.
Toma aire antes de volver a pronunciar palabra:

-Nada. No he estado haciendo nada.

Enrojezco. Realmente estoy tentada de lanzarme sobre ella y arrearle un puñetazo en la cara por gilipollas.
-Ni se te ocurra vacilarme, Daniela. Tengo ganas de matarte, y no sé si voy a aguantar mucho más sin ponerte la mano encima.
-Esto ha sido un error.-musita, con la voz rota.

Dicho esto se levanta de la camilla y se apresura hacia la puerta. No pierdo ni un segundo.
Me bajo de la camilla de un salto y corro hacia ella, agarrándola del brazo y empujándola bruscamente.
Lo peor de todo es que ella ni siquiera trata de defenderse. Es un pequeño animal asustado en un rincón.
Se abraza a sí misma y comienza a llorar con una fuerza inmensa.
Mi rabia hacia mí misma por ser así de cruel cuando sé que ella lo está pasando mal y hacia ella acrecenta por segundos. Los ojos se me llenan de lágrimas, y vuelvo a empujarla hacia un rincón.

-¡¡¡Haz algo, joder!!! ¡¡Dime algo!! -le grito, sintiendo como mi cordura abandona mi cuerpo paulatinamente.

Daniela me mira a los ojos, desesperada y sollozando como una niña pequeña.
Intenta huir de mí e ir hacia la puerta, pero otro empujón se lo impide.

-¡Déjame en paz...! -me grita, desesperada y muerta de miedo.
-¿Que te deje? ¿Que te deje, Daniela? ¿Para qué? ¿Para esto? ¿Para encontrarme con esto? -le espeto, desbordando asco y odio en cada palabra.
-¡¡¡Como si a ti te importara!!! -grita, apretando los puños y propinándome un empujón.

Trata de escapar, pero me lanzo hacia la puerta y la cubro con mi propio cuerpo.

-¿Cómo te atreves a decir que no me importa? -mascullo.

Daniela no responde, sólo trata de apartarme de la puerta a empujones. Y lo más triste es que no lo consigue cuando hasta hace un mes me habría empotrado contra la pared contraria.

-Contéstame, Daniela. ¿Cómo tienes los cojones de decir que no me importa? -digo, agarrándola del brazo y tirando de ella hasta separarla de mí.- Eras tú la que no quería ni que me acercara. Me echaste de tu vida durante todo un mes, ¿y tengo yo la culpa? ¿Cómo te atreves? ¿Con qué razón me dices eso?
-Me echaste tú de tu vida. Me dejaste por todos esos amigos tuyos, no me dejaste sitio. Nunca te he importado, si no habrías venido a buscarme cuando quería morirme.

“... cuando quería morirme.”
El final de la frase me abofetea la cara con fuerza y me deja ligeramente mareada.
De repente siento náuseas. El miedo, la incertidumbre y la culpa me arrean una patada en el estómago.
Pero mi silencio sólo le da más cuerda:

-... eres una hija de puta. Te odio, y ojalá mueras. Te odio. Te odio. ¡¡Te odio!! -solloza, cayendo de rodillas al suelo.

Mis lágrimas ya no aguantan más.
Yo también me arrodillo en el suelo y me echo a llorar.
Ahora me arrepiento de todo lo que le he hecho pasar en estos minutos. Todo podría haberse solucionado de otra forma, no empeorar así. Me he dedicado a aterrorizarle, a acosarle, a gritarle... cuando podría haberle abrazado y a decirle que lo siento por no haber estado con ella.

-¿Por qué haces todo esto, Daniela?-susurro, tratando de calmarme.

Daniela me lanza una mirada furibunda. Aprieta la mandíbula mientras solloza.

-Porque nadie me quiere.
-Eso no es cierto. Yo sí que te quiero. Y te echo de menos.
-Curiosa tu manera de demostrarlo.

Está claro que Daniela ha aprovechado todo este mes para alimentar su odio hacia mí. Sin embargo, creo que no contaba con que de esta manera también alimenta mi odio hacia mí misma.

-Muy bien. De acuerdo, lo siento. No debería haberme comportado de esta manera, debería haberte ignorado y haberte ido a buscar cuando me necesitabas. Pero trata de entenderme tu a mí.-recrimino, secándome las lágrimas que han alcanzado mis labios.

Daniela ni siquiera me mira. Tiene la vista clavada en el suelo, sus manos están cerradas en puños temblorosos y su respiración es aún violenta.

-Me has menospreciado toda tu vida, me has hecho estar siempre a tu sombra. Por una vez no eres tú la protagonista, ni la más guapa, ni la más inteligente, ni la más divertida y a ti te molesta. Y te enfadas conmigo en vez de alegrarte por mí. Estás haciendo míos todos tus problemas y no pienso permitirlo. Ya no.

Sigue sin mediar palabra.
Me arrastro por el suelo, aún de rodillas, hasta llegar a ella.

-Me estás pidiendo comprensión, o eso creo. Y te entiendo, de verdad que lo hago.-prometo, haciéndole alzar la cabeza para mirarme. Sus ojos están inundados en lágrimas, y no me mira a los ojos.-Pero haz el esfuerzo de entenderme tú a mí. Yo también te he necesitado, sobre todo cuando llegamos a este sitio. Tú me reemplazaste por esas arpías superficiales, me dejaste y te enfadabas cuando yo hice amigos. ¿No lo ves?

Me aparta la cara.
Lo que más me fastidia de esto es que sabe que ella también lo ha hecho mal. Lo sabe. Pero no pide perdón. No trata de consolarme. Joder, ni siquiera me mira a la cara.

-Así que no mientas. Sí te quiero. Y estoy segura de que Bill también te quiere.-susurro.

Se produce un cambio en su actitud. Al pronunciar el nombre de mi amigo, Daniela relaja sus músculos, deja de apretar los puños y respira muy hondo.
Le toco su brazo derecho, haciéndome aún más cercana. Me siento junto a ella.

-Por favor. Dani, cuéntame lo que te ocurre. He tenido un día de mierda...-la voz se me quiebra.-... y, posiblemente, tú seas lo único que me haga levantar cabeza. Háblame.
-No sé qué es lo que me pasa.-musita. Sorbe por la nariz.-Me siento fuera de lugar.
-¿Por qué?
-Estoy sola, Sam. O, al menos, lo estaba. No tengo amigos, no tengo nada. Todo el mundo me ha dado la espalda y me ha despreciado. Estoy harta de que se rían de mí y de que me insulten. No puedo más...-su voz se rompe.

Le abrazo. Y enseguida me doy cuenta de la gravedad de la situación. Dios mío.
Sus costillas se clavan en mis brazos. Su hombro, en el que decido apoyar la cabeza, no es más que un hueso.

-Dani...-susurro, conmocionada. Pero ella me corta:
-... me han llamado gorda.-suelta de sopetón.

Era cuestión de segundos que Daniela rompiera a llorar.
Agarro sus manos, heladas y húmedas, con fuerza. Cierro los ojos.

-Tú no estás gorda...-susurro, aunque sé que en vano.
-Eso creía yo hasta que, por primera vez, me fijé de verdad en ti. Y sí que estaba gorda. Más que tú.
-Daniela, por favor...
-¿Por qué si no todos me dejaron de lado por ti? Sabes perfectamente que estuve con Chris antes que tú, y me dejó por ti. Todos te prefieren a ti antes que a mí.
-Eso no es cierto. Ni siquiera les diste una oportunidad para conocerles. Llamaste bollera a Cristal, como si la homosexualidad fuera algo malo. La insultaste con eso, la rechazaste cuando fue a pedirte que te unieras a nuestro grupo para montar la fiesta de Navidad...
-Sam, ella no quería que yo estuviera en el grupo. Me odia.
-No, odia cómo te comportabas conmigo y con ella. A ti no te odia.

Respira hondo para controlar sus llantos y aprieta mis manos con fuerza.

-En realidad ya da igual.-susurra.-Yo sí les he odiado. Te he odiado a ti, y no sé si he dejado de hacerlo. Y el hecho de saber que ellos realmente no me odian no va a cambiar que me odie a mí misma. Quiero morirme, Sam.
-No digas eso, por favor.
-Ni siquiera he conseguido parecerme más a ti. Creía que estando como tú, los demás volverían conmigo. Eso me hace pensar que sigo hecha una vaca. Doy asco.
-Dani, joder. ¿Que no has conseguido estar como yo? Ni siquiera yo he estado tan delgada como tú.
-Díselo a mi espejo.
-No es el espejo, eres tú.
-Entonces, ¿por qué los demás me llaman gorda? ¿Por qué lo harían si estoy tan delgada como tú dices?
-¿Quiénes lo dicen?
-Trisha, Wendy, sus amigas...
-Daniela, sólo quieren hacerte daño. Sus vidas están tan vacías y son tan sin sentido que tienen que hacer daño a los demás.
-Pues lo han conseguido. Se me cae el pelo, no me viene la regla, tengo frío a todas horas, me paso llorando todo el día y toda la noche  y no como. Si eso era lo que querían, lo han logrado. Me han destrozado la vida.

Daniela se echa a llorar de nuevo.
Mi cuerpo está ardiendo de pura rabia y temblando de odio.
Quiero asesinar a todos los que le han hecho esto a Daniela con mis propias manos.

-Lo arreglaremos, Dani. Todo irá bien.
-No, nada va bien. Nada en absoluto.
-¿Eres consciente de que puede que padezcas anorexia?-musito.
-... Sí.
-Sabes... bueno, ¿sabes que hay clínicas especializadas para estos casos?
-No.

Daniela se aparta de mí de repente, y se desliza por el suelo hasta apartarse de mí. Me observa aterrorizada, sollozando y temblando.

-Dani, escúchame. Por favor, sólo quiero que me escuches.
-No. Sé lo que me vas a decir. Bill lo ha insinuado y no. No, por favor. No podéis hacerme esto. Me recuperaré.
-Sólo quiero que te vea un médico, Daniela. Quiero que estés bien, que nos aseguremos de que no padeces esa enfermedad.
-Queréis quitarme de en medio.-acusa, apretando los labios.
-En absoluto. Quiero que estés conmigo, pero quiero que estés bien. Quiero que vuelvas a comer, que deje de caérsete el pelo, que dejes de llorar y que vuelva a venirte la menstruación. No quiero que te vayas a ninguna parte.
-Por favor, no me hagáis esto. No quiero ir. Me pondré bien. Te prometo que comeré, y compraré un champú anticaída. Pero por favor... por favor, no me quitéis de en medio.
-Apuesto a que Bill quiere que estés bien.-susurro.-Estoy segura de que estará encantado de que un médico hable contigo...
-No. Me ha prometido que no lo hará.
-Es que él no tiene que hacer nada. Eres tú, Dani. ¿No te has fijado en que Bill tampoco deja de llorar? -Daniela me mira, pero no dice nada.- Está preocupado por ti. Muy preocupado. Y necesita tanto como yo que estés bien.

-¿Y si estoy enferma? ¿Qué pasará? ¿A dónde iré? No quiero irme. No quiero estar sola. Necesito que Bill...
-... y Bill necesita que te recuperes.-le corto.- Sé que tenéis algo muy especial, pero también es mi amigo. Está agotado y no le he visto sonreír de verdad en mucho tiempo. No puedes pedirle que te solucione este problema, porque no está en su mano. Está en la tuya.
-Pero, ¿y si estoy enferma? -repite, horrorizada. No deja las manos quietas.- Me hospitalizarán, perderé todo un año de curso, no os veré...
-Daniela, eso no importa una mierda.-estallo.-Nos verás. Iré a verte, te llamaré y hablaremos. Y Bill también estará en continuo contacto. Sólo necesito que pongas de tu parte, que hables con la orientadora y lleguéis a un acuerdo. Por favor. Hazlo por mí, por Bill... por ti.

Daniela me mira, con los ojos llenos de lágrimas.
Le muestro una pequeña media sonrisa, con varias lágrimas emborronándome los ojos.
Le tiendo la mano. Daniela suelta un lastimero sollozo y desvía la mirada.

Me da la mano.

Continuará.

6 comentarios:

  1. Me mato lo de Daniela por DIOS esta realmente mal!! :'( me da tristeza lo que le pasa o paso pero despues me pongo a pensar en como era antes y digo en parte se lo merece... pero me da gusto que al fin aceptara que quiere a Bill o aunque sea que lo necesita como el a ella :)
    Espero con ansias el siguiente!!
    Bye, bessos y Cuidate! :D

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    1. ¡Hola de nuevo!^^
      Sí, la verdad es que la situación de Daniela es muy delicada y muy seria... pero, como tú dices, quizá en parte se lo merezca. Alomejor esto le ayuda a ser mejor persona, ¿o no?
      Muchas gracias por pasar y leer, un beso!

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  2. Holaaa! mucho, muchisimo sin pasar por aqui! :( Me da pena no poder seguir con mis fics y estar al dia con los fics que sigo! perdon! cuando termine este malfario de curso, espero poder continuar, mientras debo decirte que voy a cerrar mi blog!
    Lo voy a dejar unos días más activo, pero lo cerraré, apenas lo utilizo ya, y me da pena tenerlo abandonado! Igualmente, si quieres continuar leyendo la fic palabras inacabadas esta entera las dos temporadas en mi antiguo fotolog kleineralien.
    Bueno.. cuidate mucho! y gracias por tu tiempo dedicado!

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    1. ¡Hola! Sí, hacía mucho tiempo que no te veía por aquí y antes he leído tu actualización de Blog. Me da mucha pena que no puedas seguir por ahora con tus fics, pero te entiendo...¡mucho ánimo con el curso, que te queda muy poco!
      Muchos besos, y espero verte pronto por aquí de nuevo :3

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  3. WOOOOW no dejo de llorar :'( MALDITAS PORQUE LE HACEN ESO A DANIELA!!!! :'@ desgraciados,oye me encanto el capitulo sigue asi ;)

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    1. ¡Hola! Muchas gracias por seguir la historia^^.
      La verdad es que la sociedad es muy cruel, y los adolescentes también.
      Un beso :3

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