sábado, 18 de mayo de 2013

Capítulo 33


Narra Bill

-Tom, has vuelto a equivocarte...-dice Georg.

Silencio. La cabeza me da vueltas y el pánico está empezando a hacer acto de presencia en mí.
Vuelvo la cabeza y observo a Tom. Él tiene la cabeza agachada, aunque apostaría a que lo hace porque sabe que yo le estoy mirando. Aprieto el micrófono con la mano derecha y trato de hacer una respiración profunda. Sin embargo, el corazón me late a mil por hora, tengo calor y me tiembla todo el cuerpo.

-Lo siento.-susurra Tom.

La tensión que hay sobre el escenario del salón de actos se puede cortar con un cuchillo. Gustav, tras de mí, carraspea un poco para romper el silencio. Cada vez estoy más convencido de que esto es un error. No sé en qué estaba pensando al apuntarnos para tocar en la fiesta de Navidad, de verdad que no lo sé. Y Tom no está ayudando a que lo averigüe.

-Bueno, estamos todos muy nerviosos. Es normal que nos equivoquemos a veces...-comenta Georg.
-Que todos nos equivoquemos un par de veces sí lo es. Pero que Tom se haya equivocado las últimas ochenta veces no, no es normal.-espeto.

Tom alza la cabeza y me mira, impasible. Odio que haga eso, me hace sentir estúpido.
Aprieto más el micrófono con la mano, conteniéndome para no tirárselo a la cabeza.
El corazón sigue latiéndome con una fuerza descomunal; incluso pienso en la posibilidad de que se abra paso por mi pecho y se me caiga al suelo.

-Bueno, tranquilízate. Ahora sólo falta que os peleéis...-interviene Gustav, apartándose de su batería y reuniéndose con nosotros.
-No me digas que me tranquilice. La puta fiesta es pasado mañana y a Tom parece que le importa una mierda.-farfullo, controlando las ganas de asesinar a alguien.
-A todos nos importa, Bill. Vale ya.-Georg suelta el bajo y se posiciona entre Tom y yo.
-¿Qué te pasa, Tom?-pregunta Gustav.

Tom me aparta la mirada y la dirige hacia Gustav. Murmura un simple “nada” y vuelve la vista hacia su guitarra.

-Y encima tienes el descaro de decir que no te pasa nada.-escupo.

Tom vuelve a mirarme de esa manera y la sangre me hierve bajo la piel.
Suelto el micrófono de golpe, que cae al suelo con estrépito y doy unos pasos amenazadores hacia mi hermano. Georg y Gustav se dan cuenta y se acercan a mí rápidamente. Georg me empuja suavemente hacia atrás, pero no me hace apartar la mirada de Tom, que sigue observándome con tal indiferencia que me hiere el orgullo.

-Tom, venga. Dinos lo que te pasa... estamos un poco estresados, y no nos ayudas a tranquilizarnos.-le pide Gustav.
-Que no me pasa nada. Es sólo que no me acuerdo de cuándo tengo que entrar.-suelta, tan tranquilo.

En mi interior explota algo. Enrojezco de rabia e incluso se me llenan los ojos de lágrimas.
El pánico, el miedo y un cúmulo de cosas de ese tipo me asaltan de nuevo. Siento miedo de que el cerebro me explote de un momento a otro por los nervios.

-A ti esto te importa una mierda, ¿verdad? ¡Yo te importo una mierda!-le grito con tanta rabia que se me corta la voz.
-Bill...-Georg me retiene agarrándome por los hombros. Lo peor es que Tom no dice nada y me enfurece aún más.
-¡¡Te importo una puta mierda!! ¡¡Para mí esto es importante, y a ti te da igual!!
-Déjame en paz, Bill.-suelta Tom con tanta tranquilidad que me duele.
-¡¡Como si no tuviera suficiente con saber que todos vendrán a ver al maricón de Bill, el que se pinta los ojos, el que es raro, el que es una mierda, tú se lo pones fácil!! ¡¡Claro, como a ti no te acosan, no te pegan cuando vas por los pasillos y no te insultan incluso por e-mail, te importa una puta mierda!!
-Bill...-susurra Georg, conmocionado.

Lo peor es que no he podido aguantar las lágrimas. Lo peor de todo es que ahora Gustav y Georg saben también lo patético y débil que soy.
A Gustav y a Georg se les descompone la cara, incluso creo que Georg estaba a punto de abrazarme. Pero Tom sólo me mira como si no entendiera nada.
Aparto a Georg de un empujón y salto del escenario hasta aterrizar de pie en el suelo. Echo a correr hasta la puerta de entrada y me trago las lágrimas aunque esté deseando ahogarme en ellas.
En cuanto pongo un pie fuera del salón de actos, choco contra Daniela.

-¿Bill?-susurra en voz tan baja que casi no logro oírla.

Me topo con sus ojos, que me observan incrédulos.
Quiero fingir que estoy bien y saludarle como si no hubiera pasado nada, pero su repentino abrazo me desbarata los planes. Apoya la cabeza en mi pecho y dice:

-Tranquilo.

Y me tiembla todo el cuerpo. La rodeo con los brazos y apoyo la mejilla en su coronilla. Y por un momento me siento como en casa. En una casa algo desestructurada, pero en casa al fin y al cabo.
Daniela acrecenta la fuerza de su abrazo alrededor de mi tronco, arrebatándome las fuerzas, haciéndome desfallecer. Cierro los ojos y las lágrimas se amontonan bajo mis párpados.

-Tranquilo...-repite, acariciándome la espalda con la mano.

Puedo jurar en este momento que cogería a Daniela y me iría hasta el fin del mundo con ella. Sólo con ella. Sin dinero ni putas mierdas, me iría con ella a vivir bajo un puente a esperar a que pase algo.
Me entiende. Ella sí que me entiende. Hasta hace dos minutos creía que Tom era el único que me comprendía de verdad, pero ahora sé que no.
Se separa suavemente de mí y agarra mi cara entre sus manos, que están tan heladas como siempre. Me mira con esos ojos suyos, esos que son un mar revuelto en el que me veo nadando para no ahogarme... pero que me arrastra con él.
Y me siento perdido, desvalido, abandonado. Es un sentimiento tan profundo y tan intenso que me rompe el corazón en mil diminutos pedazos.
Daniela me seca las lágrimas con sus dedos y yo intento sonreírle. Agarra mi mano con la suya y me lleva con ella hacia el exterior.
En este momento está casi todo el mundo en Hamburgo comprando sus trajes para la fiesta de Navidad, y la entrada está desierta.
Caminamos de la mano, adentrándonos por los jardines del internado. Daniela escoge un sitio en concreto, ya que nos detenemos y me invita a tumbarme con ella sobre el césped.
Nos dedicamos a observar el cielo desde el suelo y, aunque hace frío, no nos queremos mover de allí.
El viento ondea la hierba y ésta me acaricia la nuca y las manos. Cierro los ojos un momento para disfrutar de la sensación y cuando vuelvo a abrirlos para mirar el cielo incluso me maravillo. Contemplo el azul del cielo, los pájaros flotando, el Sol molestándome en los ojos.
En mi interior siento que se esboza un sentimiento que hace que mi corazón lata aún más deprisa. Y sonrío.
Plenitud, esa es la palabra.

Daniela desliza sus dedos por el dorso de mi mano. Ella está ya sentada sobre la hierba, observándome. Me sonríe.
Agarro su mano con la mía y me incorporo. Daniela me mira con detenimiento, sin dejar de sonreír en ningún momento. Es genial verle así. Tan tranquila, despreocupada, cariñosa... tan... niña.

-¿Te encuentras mejor?-pregunta. Su voz aún da de lleno en mi estómago.
-Sí. Gracias.
-Aquí vengo siempre que creo que dentro hay demasiados nubarrones.-susurra, desviando la mirada hacia el césped.
-Gracias por traerme contigo.

Ella no responde.
Hoy lleva una camiseta gris de manga larga que le queda grande y unos vaqueros que me cuentan más de lo mismo.
Me ha soltado la mano y ahora está entretenida deslizándola a ras de la hierba. Para mí no pasa desapercibido el constante tembleque que acompaña a sus movimientos.
Sus pómulos están aún más marcados, su piel es más pálida y puedo ver cómo algunos pelos de su melena roja salen volando con el viento.
Parece incluso que está más baja.
Trago saliva.
Llevo mi mano derecha hacia su mejilla y la acaricio con el dorso. Daniela sonríe e inclina la cabeza contra mis dedos.
Me acerco más a ella y me giro, de tal manera que puedo mirar su perfil de frente.
Rodeo su pequeña y delgada cintura con mis brazos y apoyo la frente en su hombro.

-Dani.-susurro.
-¿Qué?
-¿Y tú? ¿Te encuentras mejor?

Daniela se toma unos segundos para responder que a mí se me hacen eternos. Sin embargo, espero pacientemente a que ella se decida a contestarme. Mientras tanto, me dedico a deleitarme con su dulce olor a vainilla, creo. O a algo parecido a la vainilla; no estoy seguro. Pero lo adoro.

-Ahora sí. Mucho mejor.-responde.

Alzo la cabeza para mirarla. Ella también lo hace.
Su delgadez y enfermedad han afectado a esas facciones tan dulces y perfectas que tenía antes. Sus labios ya no son tan rosados como lo eran antes, pues ahora Daniela siente frío a todas horas y el tono ha cambiado a una especie de morado muy leve. Sus ojos están más hundidos, más tristes.
Igualmente, sólo puedo verla de una manera:

-Eres preciosa.

Es agradable ver cómo algo de color llega a sus mejillas. Hace que sienta que aún hay esperanza, que está viva, que ella puede volver a vivir... conmigo.
Daniela acaricia mi pelo con los dedos. Luego los pasa desde mis sienes hasta la mandíbula, trazando las líneas que delimitan mi barbilla.
Adoro cuando lo hace. Me paraliza, hace que me sienta hermoso, especial... y hace que sienta que no estoy solo.
Siempre sonríe cuando acerca sus dedos a mis labios, sobre todo por el lunar que hay bajo mi labio inferior.
Mi mano derecha sube por su espalda hasta su nuca. Me alzo y me aventuro a besarla en los labios.

Daniela me abraza y esconde su rostro en el hueco de mi cuello. Respira hondo y pausadamente, y yo la siento como a una muñeca frágil, de cristal. Y que puede romperse en mis manos en cualquier momento.
La idea hace que me escuezan los ojos.

-Te quiero, Dani.-musito en voz baja para que no sepa que me cuesta hablar.-Y siempre te querré. Siempre. De verdad.

Daniela no me responde, pero me abraza aún más fuerte.

-Quiero que vuelvas a ser tú -susurro, con la garganta dolorida por aguantar las lágrimas.- y confío en que volverás a serlo. Y en que lo serás conmigo.
-No me dejes, Bill. No puedo sin ti.

Daniela se convulsiona entre mis brazos. Miro al cielo, impidiendo de alguna manera echarme a llorar.

-Nunca, Dani. Nunca.

Mis dedos se clavan en sus menudos brazos con fuerza, aunque Daniela lo recibe como una liberación y me abraza más fuerte.







Daniela me acompaña de la mano por los pasillos del internado hasta que paramos frente a la puerta del salón de actos. Ella no me ha preguntado qué es lo que me ha pasado, y en cierto modo se lo agradezco.
Daniela presiona mi mano con la suya y se decide a girar el picaporte para abrir la puerta.
Aunque se oían voces, en cuanto se dan cuenta de que la puerta se ha abierto, cesan. Respiro hondo, trago saliva y, junto a Daniela, echo a andar.
Gustav está sentado en la batería, Georg está de pie junto a él y Tom... está sentado en el borde del escenario, solo. Mirándome desde allí.
Baja del escenario de un salto y anda lentamente hacia nosotros. Cuando Tom está lo suficientemente cerca, Dani suelta mi mano y va a acomodarse en uno de los mullidos asientos del salón.
Me paro en mitad del salón, rígido, tembloroso, con un nudo en la garganta. Tom deja de andar cuando sólo nos separa un mísero metro de distancia.
Nos miramos a los ojos durante un buen rato, sin mediar palabra. Tampoco hacen falta.
Cuando me dispongo a reemprender la marcha hacia el escenario, Tom se apresura hacia mí, me agarra de la nuca con la mano y me para.
Tiene los ojos ligeramente humedecidos. Es una humedad tan leve que, seguramente, sólo puedo ver yo.

-No vuelvas a decir que no me importas.

No decimos nada más. Ahora sí que no hace falta decir nada.
Tom me suelta y me dedica lo que creo que es una media sonrisa.
La puerta abriéndose nos vuelve a sorprender, y más aún cuando veo entrar por ella a Sam y a Jeydon.
Esbozo una gran sonrisa al ver a mi amiga y la acompaño hasta donde está Daniela.

Cuando me subo al escenario, esta vez confío en que Tom tiene los cinco sentidos puestos en su elemento, así como Georg y Gustav.
Sin embargo, no puedo evitar desquiciarme al verme a punto de cantar delante de tres personas que me importan. El verme aquí arriba, con un montón de ojos observándome, hace que quiera vomitar.
Pero creo que me he soltado tan rápido porque Tom se ha posicionado a mi lado; quizás también porque la luz de los focos me impide ver nítidamente a los espectadores...
A pesar de todos esos factores, me siento gigante al verla levantarse de un salto de la silla, aplaudir con todas sus fuerzas, incluso moverse al ritmo de la música, nuestra música.

Plenitud. Sí, definitivamente esa es la palabra que buscaba.

Continuará.

8 comentarios:

  1. Me parece tan lindo lo de Bill y Daniela!! ^-^ es como que encontraron ese apoyo que necesitaban en el otro... son muy chuchis!! Espero que ella empiece a estar mejor de su enfermedad ahora que cuenta con mas personas C:
    Espero con ansias el siguiente cap ya quiero saber que pasa... y ver cuando Sam se reencuentre con Chris!! ♥
    Bye y Cuidate!! Bss :D

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    1. ¡Hola! La verdad es que hacen una pareja... indescriptible. Esperemos que les ayude a mejorar a ambos ^^.
      A ver si Chris aparece pronto, que lleva mucho tiempo desaparecido!

      Gracias por leer y comentar siempre^^ <3

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  2. no habia podido leer tu fic, de hecho no muchas... pero ya me puse al corriente con la tuya me encanta en verdad la personalidad que le das a cada personaje haces que me pueda imaginar cada escena con una nitidez casi palpable, le das un sentido real que me encanta, en verdad :D
    espero que subas pronto :) quiero saber que pasara con Chris

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    1. ¡Hola! Me alegro mucho de que te hayas podido poner al día con la fic >.<
      Muchas gracias, por estos comentarios me dan más ganas de seguir escribiendo :')

      Gracias por leer y comentar, un beso^^

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  3. awwww me encanto mucho gracias por reconmendar tu fic me encanta mucho
    que va a pasar a y cheque q tu fic esta guy por que cada personaje lo ases como si fuera tan real la historia me lo imagino rapidamente wuau esta
    genial me quede sin palablas awww en serio me facino mucho
    bueno espero que subas muy pronto te cuidas mucho y un abrazo
    bye :-D

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    1. ¡Hola! Muchas gracias por leer mi fic, me alegro de que te guste^^
      Espero verte por aquí a menudo :3 un beso!

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  4. Buenas! Llevo leyendo tu fic desde hace bastante tiempo, aunque nunca había comentado. Solo quería decirte que a pesar de que ya no me guste ni Tokio Hotel ni la mayoría de los fanfics de ningún tipo, el tuyo sí que me gusta, y me encantaría que lo continuases porque realmente me parece preciosa, y aunque no vaya a comentar a menudo, cuenta una lectora más. Un abrazo y cuídate!

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    1. Hola! Muchas gracias por dejarme este comentario. Para ser sincera, me precipitaría diciendo que ya no me gusta Tokio Hotel, porque sí me sigue gustando el grupo de "antes". Por ello es por lo que sigo haciendo esto; me llena muchísimo escribir sobre ellos y me alegro de que alguien lo aprecie ^^.
      En fin, muchas gracias por leer mi historia. Me alegro mucho de contar contigo por aquí :3

      Un beso!

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